TEHERÁN, Irán
AP
Varios gobiernos aliados de Arabia Saudita siguieron el ejemplo del reino y hoy rompieron o redujeron sus relaciones diplomáticas con Irán, tras el saqueo de varias misiones diplomáticas sauditas en la república islámica, en hechos de violencia que se desataron por la ejecución de un prominente clérigo chií por parte de las autoridades sauditas.
El diminuto reino insular de Bahréin anunció que cortará completamente sus lazos con Irán, de la misma manera que Arabia Saudita lo hizo ayer. Sudán anunció también que está cortando inmediatamente sus relaciones diplomáticas con Irán.
En cuestión de horas, Emiratos Árabes Unidos anunció que reducirá sus propias relaciones diplomáticas con Teherán, para dejarlas apenas en nivel de encargados de negocios, por lo que a partir de ahora se centrará exclusivamente en las relaciones comerciales entre los dos países.
La decisión saudita de interrumpir relaciones diplomáticas se produjo después de la ejecución del jeque Nimr al-Nimr y otras 46 personas, la más grande realizada por Arabia Saudita en tres décadas y media, que dejó al descubierto las fuertes diferencias religiosas en la región.
Manifestantes chiíes tomaron las calles desde Bahréin a Pakistán para protestar, y los aliados árabes de Arabia Saudita, de gobierno suní, se alinearon rápidamente detrás del reino.
Al-Nimr fue una figura central en las protestas inspiradas en la Primavera Árabe por parte de la minoría chií de Arabia Saudita hasta su arresto en 2012. Fue condenado por cargos de terrorismo, pero negó que apoyara la violencia.
Bahréin disfruta particularmente de relaciones estrechas con Arabia Saudita, cuyo gobierno —al igual que el liderazgo de Bahréin— sospecha de presuntos intentos iraníes para tratar de desestabilizar a la nación insular, que tiene una pequeña mayoría chií, pero cuyo gobierno es suní. Riad, junto con Emiratos Árabes Unidos, envió tanques y tropas a Bahréin en 2011 para sofocar las protestas generalizadas contra el gobierno encabezado por la mayoría chií de Bahréin.
Varios funcionarios de Bahréin han culpado a Irán de entrenar milicianos e intentar contrabando de armas hacia el país, donde tiene su base la Quinta Flota de la Armada de Estados Unidos.
El ministro saudita del Exterior, Adel al-Jubeir, anunció la ruptura de relaciones con Irán ayer por la noche y dio al personal diplomático iraní 48 horas para abandonar el país. Todo el personal diplomático saudí en Irán había sido convocado en su país tras el ataque contra la embajada y el consulado.
La crisis ilustra la nueva beligerancia del reino bajo el mando del rey Salman. Durante su reinado, Arabia Saudita ha encabezado una coalición que está combatiendo a rebeldes chiíes en Yemen y se ha opuesto acérrimamente a Irán, la potencia chií regional, aun cuando Teherán llegó a un acuerdo nuclear con potencias del mundo.
También supone un nuevo incidente en la accidentada relación entre los dos países, que ya tuvieron sus lazos diplomáticos interrumpidos entre 1988 y 1991.
El principal líder iraní, el ayatolá Alí Jamenei, advirtió ayer a Arabia Saudita de la «venganza divina» por la muerte de Al-Nimr, mientras que Riad acusó a Teherán de apoyar el «terrorismo», en una creciente guerra dialéctica que amenazaba con intensificarse a pesar de que Estados Unidos y la Unión Europea buscaban reducir la tensión.
Al-Jubeir dijo en una rueda de prensa en Riad que el régimen iraní tiene «un largo historial de violaciones contra misiones diplomáticas extranjeras» desde la ocupación de la embajada estadounidense en 1979, y estos incidentes suponen «una flagrante violación de todos los acuerdos internacionales», según la oficial Agencia Saudita de Prensa.
La «política hostil» de Irán, afirmó, va dirigida a «desestabilizar la seguridad de la región». El canciller acusó a Teherán de introducir de contrabando armas y explosivas, así como de colocar células terroristas en el reino y otros países de la zona. El ministro saudí prometió que Arabia Saudí no permitirá a Irán «socavar nuestra seguridad».
Aunque las divisiones entre suníes y chiíes se remontan a los inicios del islam por discrepancias sobre el sucesor del profeta Mahoma, esas diferencias no han hecho más que acrecentarse al entrelazarse con política regional, y mientras Irán y Arabia Saudita pugnan por convertirse en la principal potencia de Oriente Medio.