Madrid
Agencia dpa

Hace algo más de dos años, Lucio Ángel Vallejo Balda fue apodado «el gerente del Papa» por los medios de España, que destacaban el importante encargo que Francisco había hecho a un compatriota.

El sacerdote acababa de ser elegido secretario de la comisión para la reforma administrativo-económica de la Curia Romana (COSEA), un nuevo organismo creado por el pontífice en su empeño por llevar nuevos aires al Vaticano.

Su nombre volvió hoy a los titulares de los medios de su país, tras ser arrestado por el presunto robo de documentos papales confidenciales y su filtración a la prensa.

La firma de Vallejo Balda, miembro del Opus Dei, llevaba ya tiempo en los balances y presupuestos cuando Francisco lo puso al frente de la nueva comisión, ya disuelta.

Era secretario de la Prefectura de Asuntos Económicos, que controla los bienes que dependen de la Santa Sede, un cargo que le había valido de hecho el sobrenombre de «contable de dios».

Nació el 12 de junio de 1961 en un pueblo de La Rioja, Villamediana de Iregua, en una familia de campesinos con algo de dinero. Uno de sus abuelos había sido republicano; el otro, franquista.

Su vocación fue temprana, según relataron en su día los medios españoles, y con 8 años lo metieron en un seminario de Logroño, donde entró en contacto con el Opus.

Se licenció en Teología en Burgos y estudió Derecho en Salamanca, donde además se doctoró en la primera de las materias. Y en 1987, con 26 años, se ordenó sacerdote en Astorga (León).

Fue cura de pueblo durante un tiempo y a los 29 años fue nombrado allí ecónomo diocesano, el más joven en ese momento.

Aficionado a las nuevas tecnologías, cuentan los medios locales que puso empeño en la modernización de la diócesis y que antes de irse al Vaticano informatizó despachos y los conectó a Internet.

Su nombre lo propuso el «todopoderoso» Antonio María Rouco Varela siendo arzobispo de Madrid, después de su buen desempeño en el departamento económico de la Jornada Mundial de la Juventud que se celebró en la capital española en 2011.

Vallejo Balda no había hecho carrera económica, pero su desempeño con los números era bueno. Y el Papa Benedicto XVI, amigo de Rouco, se lo llevó al Vaticano.

Según contó en su día el diario «El País», su gran tropiezo hasta ahora fue invertir más de 300 mil euros en una empresa, Gescartera, que acabó protagonizando un escándalo de estafa. La de Astorga no fue, sin embargo, la única diócesis que cayó en el fraude de inversión en renta variable.

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