La Habana & Nueva York
Agencia dpa

Raúl Castro podrá ver su regreso a Estados Unidos tras más de 50 años como un éxito diplomático. El presidente de Cuba cerró ayer una intensa gira de varios días a Nueva York para sellar el regreso al más alto nivel de la isla socialista a la ONU, el principal foro político internacional.

Lejos de ser blanco de críticas por la situación de los derechos humanos en Cuba, como le ocurría a menudo al castrismo en las últimas décadas en el escenario global, el menor de los hermanos Castro fue uno de los protagonistas de los primeros días de la Asamblea General de la ONU. Y no sólo por su segunda reunión formal con su homólogo estadounidense, Barack Obama, una cara a cara que empiece a parecer cada vez más normal tras el deshielo anunciado por ambos países en diciembre de 2014.

«El encuentro se desarrolló en un ambiente respetuoso y constructivo», describieron el clima de la reunión tanto la Casa Blanca como el canciller cubano, Bruno Rodríguez.

A sus 84 años, Raúl Castro centró muchas de las miradas en Nueva York. Su viaje tenía de antemano ribetes históricos: era el primero que hacía a Estados Unidos como presidente y el segundo de toda su vida después de una visita en 1959, el año del triunfo de la Revolución cubana.

Y también porque habían pasado 15 años desde la última intervención de un jefe de Estado cubano ante la Asamblea General, tras la presentación de Fidel Castro en el año 2000. El hermano mayor de Raúl dejó un recuerdo indeleble ya con su primer discurso ante el foro en 1960, un monólogo de cuatro horas y media que se convirtió en el más largo pronunciado por un mandatario en los 70 años de historia de la ONU.

Es posible que el de Raúl Castro no sea memorable en algunos años, pero el lunes pasado, en apenas 15 minutos, el general cubano dejó constancia de los abismos que lo separan aún de Estados Unidos, con una crítica general al «imperialismo» y a Occidente por la actual crisis migratoria en Europa.

Sus palabras recibieron más aplausos de los que se habían oído en la intervención de Obama esa misma mañana o de cualquier mandatario europeo. La sala, eso sí, no estaba llena y la ovación procedía sobre todo del bloque latinoamericano. Una prueba, en todo caso, de que Cuba cuenta desde hace tiempo con los apoyos de la región.

La agenda de Raúl Castro fue intensa en Nueva York. Se volvió a reunir con François Hollande, después de la visita que el presidente francés hizo a La Habana en mayo como el primer mandatario de una potencia occidental en visitar Cuba desde el anuncio del acercamiento a Washington, y también se fotografió al lado del líder ruso Vladimir Putin.

Castro y Obama posaron finalmente estrechándose las manos ayer para los fotógrafos. El líder cubano, aparentemente ya acostumbrado a las citas históricas.

La televisión cubana había mostrado el fin de semana imágenes de Castro siendo recibido por el expresidente estadounidense Bill Clinton en Nueva York.

Raúl Castro «sostuvo encuentros con líderes mundiales y personalidades estadounidenses», resumió la agencia cubana Prensa Latina al final del viaje.

Castro fue la semana pasada un protagonista más del histórico encuentro entre su par colombiano, Juan Manuel Santos, y el líder de la guerrilla de las FARC, Rodrigo Londoño, alias «Timochenko».

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