Madrid
Agencia dpa
España se adentra en un periodo de turbulencias sin precedentes y de consecuencias impredecibles tras las elecciones de ayer en Cataluña, cuando faltan tres meses para que en el país se celebren comicios generales.
La victoria del secesionismo en unos comicios regionales que el jefe del gobierno catalán, Artur Mas, logró presentar como un plebiscito sobre la independencia de España.
Las fuerzas secesionistas se ven legitimadas para proseguir con el plan de separar a la región del resto de España porque suman la mayoría absoluta de diputados en el nuevo Parlamento regional, aunque no la han obtenido en número de votos. «No aflojaremos, seguiremos adelante», proclamó Artur Mas anoche.
Enfrente se sitúan el Ejecutivo español de Mariano Rajoy y los partidos no secesionistas. El Presidente del Gobierno ha reiterado que hará todo lo que esté en su mano para impedir la independencia de Cataluña.
Esta semana que empieza, el Congreso de los Diputados aprobará una reforma que permitirá al Tribunal Constitucional suspender al jefe del Ejecutivo catalán si da pasos hacia la secesión.
El plan de Mas es ser investido jefe de un Ejecutivo catalán de concertación que siente las bases para proclamar la independencia en un plazo máximo de año y medio. Quizá no lo consiga.
Junts Pel Sí (Juntos por el Sí), la candidatura que ha impulsado con los dos grandes partidos secesionistas y personas procedentes de movimientos civiles independentistas, no logró por sí misma la mayoría absoluta y necesitará en el Parlamento regional los votos de la CUP, un partido izquierdista antisistema que quiere la secesión pero no a Mas como jefe de gobierno.
Pero si él no lo es, otro lo será. El independentismo dejó claro en la noche del domingo, con sus celebraciones y sus declaraciones, que está convencido de haber hecho historia y de tener legitimidad para continuar haciéndola.
«Hace años que trabajábamos para obtener un mandato democrático sobre la independencia y esta noche lo tenemos», proclamó Oriol Junqueras, líder de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) y uno de los nombres que se barajan para encabezar un gobierno catalán si la CUP no acepta de ninguna de las maneras a Mas.
El reto secesionista es el mayor desafío al que se enfrenta el Estado español en los 40 años de democracia.
Para los no secesionistas, que han acabado viendo estas elecciones con el carácter plebiscitario que Mas les dio desde el principio, se hace inexplicable hablar de legitimidad para llevar a Cataluña a la secesión con el 47,8 por ciento de los votos obtenidos por los independentistas.
«Quienes han ganado en escaños y no en votos, el plebiscito lo han perdido porque hay una mayoría de catalanes que no quiere la independencia, pero que sí quiere abrir un tiempo de convivencia, diálogo y de reforma en el conjunto del país», dijo el líder del Partido Socialista (PSOE), Pedro Sánchez.
Los resultados de los comicios catalanes muestran en cualquier caso que Cataluña está partida en dos. Ese es el escenario que tiene que gestionar Mariano Rajoy al menos de aquí a las elecciones generales de diciembre. Cómo lo haga puede contribuir a su reelección o a su derrota en las urnas. Y el resultado de las elecciones españolas, a su vez, puede servir para acercar posiciones o alimentar el choque.