Pope Francis greets the public as he walks through the crowd during a visit to Catholic Charities of the Archdiocese of Washington, Thursday, Sept. 24, 2015. (AP Photo/David Goldman, Pool)

Por Daniel García Marco
Agencia dpa

Washington,

Es de mal invitado poner en aprietos al anfitrión. El papa Francisco satisfizo hoy aparentemente a todo el espectro político de Estados Unidos con un crítico discurso de 50 minutos en el que hubo referencias aprovechables para todos.

En una ciudad permanentemente dividida como Washington, el papa obró el milagro: demócratas y republicanos coincidieron en elogiar al pontífice, pese a no estar de acuerdo con él en todo.

«Encantado y conmovido por el llamamiento del pontífice para resolver las disputas por la diplomacia, abordar el cambio climático y proteger a los vulnerables de nuestro mundo», escribió en twitter el demócrata John Kerry, secretario de Estado y el hombre que lideró las recientes negociaciones de acercamiento a enemigos como Cuba e Irán.

«Deseo reconocer los esfuerzos que se han realizado en los últimos meses y que ayudan a superar las históricas diferencias ligadas a dolorosos episodios del pasado», había dicho el pontífice, que alabó a los líderes pragmáticos. ¿Hablaba de Obama?

Francisco trató muchos temas, pero casi todos sin nombrarlos, como el matrimonio homosexual, asunto en el que pese a la tolerancia mostrada hace unos meses mantiene la doctrina social de la iglesia, abrazada también por los republicanos.

«No puedo esconder mi preocupación por la familia, que está amenazada, quizás como nunca, desde el interior y desde el exterior. Las relaciones fundamentales son puestas en duda», dijo.

Esas palabras pronto encontraron eco en las filas republicanas. «Una voz firme por la virtud de la vida, el matrimonio y la libertad religiosa», escribió en twitter el senador Ted Cruz, que busca ser el candidato conservador a la presidencia.

No mencionó el aborto directamente, pero sí con sutileza. «La regla de oro nos recuerda la responsabilidad que tenemos de custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo», afirmó antes de hacer un alegato específico contra la pena de muerte, legal en 31 de los 50 estados.

Si temas como el aborto o el matrimonio homosexual lo acercan más a los republicanos, sus apelaciones a la apertura a la inmigración latina desde el sur y su preocupación por el cambio climático lo situaron de nuevo más próximo a los demócratas.

Un congresista por Arizona decidió no asistir al discurso. «Si el papa quiere dedicar su vida a luchar contra el cambio climático, puede hacerlo en su tiempo libre. Pero promocionar ciencia dudosa como dogma católico es ridículo», había criticado Paul Gosar.

Pero los más de 500 congresistas escucharon atentos -algunos con lágrimas- los 50 minutos de discurso, en el que unos y otros encontraron motivos de aplauso para interrumpirlo.

El momento que, sin embargo, unió sin fisuras a unos y a otros fue cuando el papa agradeció estar en «la tierra de los libres y en la patria de los valientes», como dice el himno de Estados Unidos.

El pontífice se comportó más como un padre que regaña a sus niños y sólo elevó el tono y fue más firme para defender la inmigración y condenar el tráfico de armas.

«¿Por qué las armas letales son vendidas a aquellos que pretenden infligir un sufrimiento indecible sobre los individuos y la sociedad? Tristemente, la respuesta, que todos conocemos, es simplemente por dinero; un dinero impregnado de sangre», lanzó.

También criticó «ser esclavo de las finanzas» en el centro de un país que lleva el capitalismo en su ADN.

«Tocó muchos temas de los que a mucha gente aquí no les gusta hablar», dijo en la cadena CNN el senador progresista Bernie Sanders, que quiere ser el candidato demócrata para las elecciones presidenciales de 2016.

«El papa no es republicano ni demócrata, es el papa», resumió en CNN el congresista conservador Mario Díaz-Balart el ánimo en el Capitolio tras el acto más político del pontífice en su visita a Estados Unidos.

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