BUENOS AIRES
AP
La presidenta Cristina Fernández dijo el jueves que su homóloga brasileña Dilma Rousseff es víctima de una campaña de desestabilización orquestada desde «una agencia de un país del norte».
Durante un acto en la Casa de Gobierno, Fernández se refirió a la crisis política que padece el vecino país a partir de los escándalos de corrupción que salpican al gobierno de Rousseff y que han desatado movilizaciones masivas en reclamo de la renuncia de la mandataria.
Para Fernández, la actual situación de Brasil «es una radiografía perfecta» de lo que sucedió con su gobierno tras ganar la reelección en 2011.
«Como le pasó a Dilma, ni bien fue reelecta, comenzaron con las campañas de la corrupción, de los cacerolazos. Nadie sabía bien por qué eran. Nada original, por cierto», afirmó.
Un año después de ser reelecta, la presidenta argentina enfrentó varias movilizaciones callejeras contra su política económica y las denuncias de corrupción en su contra y de funcionarios por supuesto enriquecimiento ilícito.
Fernández apuntó que «las cacerolas tienen marca registrada. De una agencia muy importante de inteligencia e informaciones que está en un país del norte y que suele tener intervención en la política de América del Sur», en una referencia indirecta a la CIA de Estados Unidos.
«Quisieron impedir a toda costa que Dilma Rousseff fuera reelecta… ahora también la emprendieron contra Lula» Da Silva, ex mandatario brasileño, «porque tiene grandes probabilidades de volver a ser presidente si se presenta», sostuvo Fernández.
Según la presidenta argentina, este «ataque» contra Rousseff se debe a que «están intentando frustrar los procesos de inclusión social, de desarrollo industrial con razonable autonomía que han alcanzado los países de la América del Sur durante estos años de gobiernos nacionales, populares y democráticos que algunos llaman populistas».
