Por CAROLYN THOMPSON
BUFFALO, Nueva York, EE.UU. Agencia AP
Cuando el sargento del ejército Patrick Hart decidió hace una década que no cumpliría misiones militares en Irak, esperaba seguir el mismo camino que recorrieron miles de estadounidenses objetores de conciencia que se refugiaron en Canadá durante la Guerra de Vietnam.
Pero cinco años después de batallar con el sistema inmigratorio canadiense, regresó a Estados Unidos y fue a parar a una prisión militar.
El país que alguna vez recibió con los brazos abiertos a los objetores de conciencia ha asumido una actitud muy diferente durante los conflictos de Irak y Afganistán: partidarios de los objetores aseguran que ningún soldado estadounidense que intentó conseguir la residencia en Canadá, ya sea como refugiado o por razones humanitarias, la ha logrado.
«Nadie lo consiguió», afirmó Hart, oriundo de Buffalo y quien tras agotar todas las instancias legales se entregó al Ejército estadounidense, fue sometido a una corte marcial por deserción y sentenciado a dos años de prisión.
Se cree que hay unas dos docenas de soldados estadounidenses que esperan se defina su suerte en Canadá. El movimiento de objetores de conciencia se encuentra en la encrucijada y a tres meses de las elecciones nacionales esperan una victoria del Partido Liberal, que adoptaría una actitud más comprensiva hacia ellos, aunque al mismo tiempo se preparan para un posible triunfo del Primer Ministro conservador Stephen Harper, quien busca la reelección.
El líder del Partido Liberal Justin Trudeau no se ha comprometido a permitir que los objetores permanezcan en el país. Pero tiene lazos familiares que hablan por sí solos. Su padre, Pierre Trudeau, quien fue Primer Ministro durante la Guerra de Vietnam, dijo en su momento que Canadá debería ser un «refugio a salvo del militarismo».
«¿Por qué no lo podemos hacer de nuevo? Se trata de apenas un par de docenas de personas», preguntó Michelle Robidoux, portavoz de la Campaña de Apoyo a los Objetores de Conciencia de Toronto.
Luego de una lluvia de solicitudes entre el 2004 y el 2006, han pasado casi cuatro años sin que se reciban pedidos de residencia, según Robidoux.
Además de Hart, al menos otros tres soldados fueron deportados o se fueron ellos mismos de Canadá y terminaron en prisión en Estados Unidos: Kim Rivera, madre de cinco niños, fue sentenciada en el 2013 a 10 meses de cárcel; Clifford Cornell fue condenado a un año en el 2009 y Robin Long recibió una sentencia de 15 meses.
Algunos desertores son sometidos a cortes marciales, pero la mayoría recibieron una baja deshonrosa. Oficiales del ejército indicaron que más de 20.000 soldados desertaron desde el 2006.
Canadá ha endurecido sus leyes de inmigración desde la época de la Guerra de Vietnam y ofrece pocas opciones a los objetores estadounidenses, según partidarios de estos. Básicamente, la posibilidad de recibir asilo por temor a ser perseguidos en caso de regresar a Estados Unidos.
Nuevas pautas del gobierno indican que se debe consultar con las autoridades militares estadounidenses y dejan claro que quienes abandonan las fuerzas armadas han cometido un delito y son inadmisibles en Canadá.
«Los desertores militares de Estados Unidos no son refugiados genuinos según el término aceptado internacionalmente», sostuvo la portavoz del servicio canadienses de Inmigración y Ciudadanía Nancy Caron en un correo electrónico. «Estos casos sin sustento demoran el procesamiento de las solicitudes de refugiados genuinos, que realmente le escapan a la persecución».
Es un panorama muy diferente al que vivió Bruce Beyer, quien se negó a incorporarse al ejército durante la Guerra de Vietnam, buscó refugio en Canadá y vivió allí cinco años.
«No hay duda de que se corre la voz en la comunidad antibélica que ir a Canadá no es beneficioso», declaró Beyer, de Buffalo, quien regresó a Estados Unidos en 1977 y ha apoyado públicamente a los actuales objetores de conciencia.
El servicio de inmigración canadiense no tiene cifras respecto a las solicitudes de refugio hechas por soldados estadounidenses, según su portavoz Robert Gervais.
Pero Robidoux estimó que hubo 45 solicitudes. Agregó que dos docenas de estadounidenses permanecen en el país, apelando fallos o ensayando otras peticiones. Uno de ellos, Rodney Watson, está refugiado en una Iglesia de Vancouver desde hace casi seis años para evitar que lo envíen por segunda vez a Irak.
Tanto Watson como Hart han hablado públicamente en contra de la guerra desde su llegada a Canadá y Hart cree que la larga sentencia que recibió es consecuencia directa de ello. En sus alegatos finales los fiscales mostraron imágenes de sus presentaciones en actos contra la guerra, diciendo que no quería regresar.
Al final de cuentas Hart volvió. Dijo que lo habló con su esposa, Jill, y decidieron que era lo mejor para su hijo de 13 años.
«Habíamos agotado todas las instancias legales allí. Básicamente estábamos esperando que nos deportasen», expresó Hart, quien fue excarcelado en el 2013 después de pasar 15 meses en prisión
Hart sirvió durante casi un año en Kuwait en el 2003 y se escapó de su base en Fort Campbell, Kentucky, en el 2005, un mes antes de ser enviado a Irak. En la actualidad vive en la Florida, donde estudia enfermería. Está tratando de que modifiquen la catalogación de su baja, que fue deshonrosa.
«Hasta la segunda parte de la guerra de Irak fui en buena medida un soldado ejemplar», afirmó el ex sargento. «Pero ellos no lo vieron así».
CONCEPTO DE OBJETORES
La objeción de conciencia es la negativa a acatar órdenes o leyes o a realizar actos o servicios invocando motivos éticos o religiosos. Desde una ética racional que considera que el individuo debe responder en primer lugar al tribunal de la propia conciencia, la objeción de conciencia se define como un derecho subjetivo a resistir los mandatos de la autoridad cuando contradicen los propios principios morales.
De alguna manera, entronca con otras figuras de desobediencia al derecho, especialmente con la desobediencia civil y de manera aún más alta, con el denominado derecho de resistencia a la opresión, proclamado en la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano al inicio de la Revolución francesa (1789).
Puede plantearse ante cualquier tipo de mandato que se derive del ordenamiento jurídico, como normas médicas u obligaciones tributarias. El supuesto más destacado, no obstante, es la objeción de conciencia al servicio militar. La objeción, por tanto, entra en juego cuando se da un choque —a veces dramático— entre la norma legal que obliga un hacer y la norma ética o moral que se opone a esa actuación. En caso así, el objetor de conciencia, se decanta por el no a la ley, atendiendo a lo que considera un deber de conciencia.