Por Carmen Peña
Ciudad de México, Agencia dpa

Un paisaje de árboles frondosos y terrenos de siembra es la antesala a Almoloya de Juárez, un municipio mexicano con poco más de 120 mil habitantes que vieron rota su tranquilidad el sábado, cuando Joaquín El Chapo Guzmán escapó de la cárcel que albergan en su territorio.

Ubicado a unos 90 kilómetros del Distrito Federal, el Centro Federal de Readaptación Social N°1, conocido como Altiplano, es una prisión de máxima seguridad que fue construida en Almoloya de Juárez en 1991 y que ahora es tristemente célebre por ser el centro de reclusión del cual se fugó El Chapo a través de un túnel de 1,5 kilómetros.

Tras la polémica fuga, que ha supuesto un duro revés al gobierno de Enrique Peña Nieto tras el éxito de su captura en 2014, las autoridades penitenciarias permitieron el ingreso de la prensa a las instalaciones del Altiplano, en lo que fue considerado por algunos periodistas como un intento desesperado por demostrar que la cárcel es segura.

Contrario a lo que se esperaba, la prisión se encuentra rodeada de casas y puestos comerciales a menos de 30 metros de distancia, en un terreno enlodado a causa de las constantes lluvias. En los alrededores, los celulares pierden la señal, pero eso no impide que decenas de autos y medios de prensa estén apostados en las cercanías.

Con más de 27 mil metros cuadrados y una capacidad para 700 reclusos, el Altiplano cuenta con celdas individuales y un sistema de seguridad aparentemente inviolable. Aunque al parecer, esa palabra no existe en el diccionario de El Chapo.

Una veintena de filtros y puertas de seguridad separan la entrada de la zona de Tratamiento Especial, en la que se mantiene a los reclusos de mayor peligrosidad y en la que se encuentra la celda en la que El Chapo fue recluido por casi 15 meses.

Los pasillos de paredes blancas y rejas grises le dan al Altiplano el característico ambiente impersonal y triste de las cárceles. El concreto deja que el frío lo atraviese y cale en los huesos, pese a que es verano.

«En invierno es un congelador», comenta uno de los guardias.

Al llegar a Tratamientos Especiales, el silencio es abrumador comparado con el ruido de las demás áreas, en las que los presos volvían a sus celdas tras la cena.

En Tratamientos Especiales los presos se encuentran permanentemente dentro de sus celdas, aunque poseen unas pantallas de plasma de siete pulgadas para ver televisión.

Las puertas de metal tienen una ventanilla enrejada por la que pueden ver el pasillo. La de Guzmán Loera, de 58 años, era la celda 20.

El martes, el Comisionado Nacional de Seguridad, Monte Rubido García, mostró tres videos sobre la fuga de El Chapo la noche del pasado sábado. Uno de ellos era de la cámara de seguridad que se encuentra en la celda 20 y que grabó el momento de la fuga.

Al ingresar a la celda, se ve más pequeña que en la grabación. De unos tres metros de largo por dos de ancho, el perímetro se ve reducido por una reja que divide la ducha de la pared contraria. La división crea un pasillo de al menos un metro de ancho y uno y medio de largo, que tiene una puerta de metal que da al pasillo exterior y otra en el interior.

Una cama pequeña, un precario estante y una mesa empotrada en la pared constituyen el único mobiliario del lugar. Todos son de cemento, y la cama cuenta con un colchón delgado. Cerca de ella están la letrina, un lavabo y una ducha en cuyo piso se encuentra la boca del túnel por el que escapó El Chapo.

Se trata de un hoyo mediano, de 50 por 50 centímetros y 1,50 metros de profundidad, según los datos de las autoridades mexicanas. El agujero comunicaba con un conducto de 10 metros de profundidad y una escalera que desembocaba en el túnel de 1,70 metros de alto, 80 centímetros de ancho y 1,5 kilómetros de longitud.

Al asomarse al agujero de la regadera no se puede ver nada más que tierra, algunas tuberías y oscuridad. El hoyo se encuentra en uno de los dos puntos ciegos de la cámara de seguridad, ubicada en una esquina superior de la celda, sobre la cama.

Ese punto ciego impide ver el muro de al menos un metro de alto en la ducha. Según el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio, su objetivo es «permitir la privacidad del recluso en las áreas sanitarias».

Al lado de la letrina hay otro muro, un poco más bajo, que es el segundo punto ciego de la video vigilancia.

En la grabación se ve a Guzmán ir de su cama a la ducha en repetidas ocasiones y agacharse justo detrás del muro. A las 20:52 horas, El Chapo se levanta de su cama, se pone los zapatos y vuelve detrás del muro para no volver a aparecer.

Entre los periodistas presentes existía cierto asombro por la capacidad de El Chapo de mantenerse sereno en un espacio tan reducido y durante tantos meses para planear una fuga que, según estiman los expertos, debió llevar de seis a 12 meses de preparación, incluida la construcción del túnel, que contaba con ventilación e iluminación.

«Con sólo unas semanas dentro de esa celda me volvería loco», dijo a dpa un reportero español.

México ha lanzado una persecución con más de 9,600 policías federales para encontrar al narcotraficante, considerado el más buscado del mundo y uno de los más peligrosos. Tras su fuga, se ha tejido una leyenda alrededor de su figura e incluso ha inspirado decenas de canciones en su honor.

Artículo anteriorANIVERSARIO. Un misterio sin resolver un año después: ¿Quién derribó el MH17?
Artículo siguienteActivistas: Perdón de Francisco a indígenas, una estrategia