WASHINGTON
AP
El presidente Barack Obama y la mandataria brasileña Dilma Rousseff buscarán mostrar que han limado asperezas sobre las tensiones derivadas de un escándalo de espionaje, mientras inician dos días de reuniones en la Casa Blanca.
El encuentro se da casi dos años después de que Rousseff canceló una inusual visita a Washington después de que se supo que Brasil era blanco de programas de espionaje estadounidense. Las revelaciones hechas por el excontratista de la Agencia Nacional de Seguridad, Edward Snowden, tensaron profundamente las relaciones entre las dos potencias continentales.
En lugar de la refrita controversia de espionaje, autoridades de ambos países dijeron que Obama y Rousseff quieren enfocarse en discusiones sobre comercio, inversión y cambio climático.
«Están dejando atrás el asunto de Edward Snowden», dijo Michael Shifter, presidente del centro de análisis Inter-American Dialogue. «El encuentro es para crear una buena atmósfera, un entorno apropiado, establecer una comunicación y que la relación regrese a pasos sólidos».
A la llegada de Rousseff a la Casa Blanca, Obama la acompañó en una visita al memorial Martin Luther King Jr. El mandatario estadounidense describió a su homóloga la «Piedra de la Esperanza» en la que está tallada la estatua de King y le señaló alguna de sus citas más célebres en el muro del monumento.
Más tarde, los dos líderes compartieron una cena a base de cordero a la parrilla, ensalada de espinacas y pastel de plátano y coco, dijo la Casa Blanca. Hoy celebrarán conversaciones formales y ofrecerán una conferencia de prensa conjunta.
Los líderes se reunirán seis meses antes de una conferencia patrocinada por Naciones Unidas en París en diciembre para finalizar un tratado climático. Obama ha argumentado que el calentamiento planetario podría empeorar las tensiones sociales y la inestabilidad política en todo el mundo, dañando también a Estados Unidos.
Los dos países están tomando posiciones sobre cambio climático antes de las conversaciones de París. Estados Unidos anunció ya que se da de plazo hasta 2025 para reducir las emisiones de gases con efecto invernadero entre un 26 y un 28 por ciento por debajo de los niveles de 2005.
Brasil, la séptima mayor economía de mundo, es uno de los países que más contamina y no ha presentado objetivos para controlar esas emisiones. La ministra de Medio Ambiente, Izabella Teixeira, que acompaña a Rousseff en la visita, dijo que las naciones desarrolladas tienen más responsabilidades que los que están en desarrollo por su historial contaminante.
La primera presidenta de Brasil comenzó su segundo mandato en enero y el vicepresidente estadounidense Joe Biden acudió a la ceremonia inaugural, pero desde entonces su gobierno se ha visto afectado por bajos niveles de aprobación, por el pobre desempeño de la economía y un enorme escándalo de corrupción que involucra a la petrolera estatal Petrobras.