Por MATTHEW PENNINGTON
WASHINGTON / Agencia AP
Las tensiones entre Estados Unidos y China se han intensificado debido a la construcción de una isla artificial en el Mar del Sur de la China y a las sospechas de que los chinos son responsables de una intrusión masiva en un servidor informático del gobierno federal estadounidense que causó el robo de los registros de datos de 14 millones de empleados y contratistas.
Sin embargo, ambas potencias tienen motivos para querer calmar la situación antes de la visita del mandatario chino a Washington dentro de algunos meses.
Los cancilleres y las autoridades financieras de ambas naciones se reunirán aquí la semana próxima para el diálogo anual bilateral estratégico y económico. El gobierno de Barack Obama dice que los dos gobiernos no ventilarán sus diferencias, sino que tratarán de acentuar lo positivo y establecer puntos de cooperación, como la respuesta al cambio climático.
Funcionarios civiles y militares se reunirán el lunes para debatir cuestiones de seguridad. El secretario de estado John Kerry y el secretario del tesoro Jacob Lew darán comienzo el martes a dos días de conversaciones con el viceprimer ministro Wang Yang y el consejero de estado Yang Jiechi sobre una agenda amplia que incluye planes para un tratado bilateral de inversiones.
China, en particular, presenta el diálogo como un preludio a la visita de Xi Jinping a la Casa Blanca en septiembre, que será la primera desde que asumió la presidencia de China en 2013.
El vocero de la cancillería china Lu Kang calificó el encuentro como una oportunidad «de impulsar un nuevo progreso para erigir un nuevo modelo de relación entre grandes potencias», según informó el viernes la agencia noticiosa estatal Xinhua.
Sin embargo, es un modelo con obstáculos. Las relaciones entre las dos principales economías del mundo, con sus sistemas políticos divergentes, rara vez discurren en calma y los últimos meses han sido particularmente complicados.
La reclamación china de más de 2.000 acres de tierras en islas y atolones disputados en el Mar del Sur de la China desde el año pasado ha provocado alarma internacional por sus ambiciones territoriales. Washington tomó la medida inusual el mes pasado de publicitar un vuelo de vigilancia militar que mostró la escala enorme de la construcción china de una isla artificial.
China sostiene que las islas son su territorio soberano, pero Estados Unidos replica que la continuación de construcciones y militarización de las islas podría inflamar complejas disputas territoriales con los vecinos de China, con quienes Washington busca forjar alianzas más estrechas preservando a la vez la libertad de navegación en rutas vitales para el comercio mundial.