Por FARES AKRAM
CIUDAD DE GAZA
AP
Gaza aún no se ha recuperado de la devastadora guerra con Israel del verano pasado, y la milicia Hamas, que gobierna el territorio, se encuentra ahora enfrentada a una nueva amenaza interna: milicianos yihadíes que apoyan al grupo Estado Islámico y parecen decididos a provocar a Israel para presionar y abochornar a Hamas.
Aunque estos grupos salafíes no son lo bastante fuertes como para amenazar a Hamas, cada vez complican más la vida del gobernante grupo islamista. Hamas les acusa de una serie de misteriosas explosiones contra puestos de seguridad de Hamas, así como de varios cohetes lanzados contra Israel, que han supuesto represalias israelíes y amenazas de acciones militares más drásticas.
Un fugitivo buscado murió la semana pasada en una redada de Hamas contra los salafíes, lo que pareció eliminar la perspectiva de reconciliación a corto plazo.
El fugitivo, Yunis al-Hunor, llevaba meses prófugo y su muerte ha provocado airadas peticiones de venganza.
«En Hamas son infieles», afirma un mensaje pintado en la escalera del edificio de apartamentos de al-Hunnor en el sur de Gaza. «No hay condolencias antes de la venganza», dice otro.
Hace poco aún podían verse manchas de sangre en el apartamento, y la madre del fallecido, Basma, cubierta por completo con ropas negras, señaló a varios agujeros de bala en la entrada. «Lo mataron aquí. Lo ejecutaron», dijo.
La mujer expresó que su hijo, la primera víctima mortal en la operación iniciada hace un mes por Hamas, apoyaba la ideología del grupo Estado Islámico, pero nunca actuó contra Hamas. «Incluso si rinde lealtad a Estado Islámico, ¿qué les da derecho a ejecutarlo?», preguntó.
Entre los salafíes hay grupos islámicos ultraconservadores que quieren convertir Gaza en un califato islámico. Estos grupos han sido un dolor de cabeza para Hamas en los últimos años, al acusarlo de ser demasiado suave con Israel y de no imponer apropiadamente una ley religiosa.
En general, Hamas ha tolerado a los salafíes desde que aparecieron en Gaza hace una década, aunque ha habido enfrentamientos ocasionales. En 2009, Hamas mató a un líder salafí que declaró un emirato islámico en la ciudad sureña de Rafá. Desde entonces, ha trabajado discretamente para desmantelar estos grupos.
Pero en los últimos meses, los salafíes se han visto animados por el auge del grupo Estado Islámico, que tomó en torno a un tercio de Siria e Irak y declaró un califato islámico en el territorio que controla. Al mismo tiempo, Hamas se ha visto debilitada por la guerra del año pasado, y el asfixiante bloqueo de Israel y Egipto sobre las fronteras de Gaza sigue en vigor.
Los analistas creen que hay unos mil salafíes, demasiado pocos para ser una amenaza a Hamas pero suficientes para causar problemas constantes. Sus predicadores ofrecen sermones contra el gobierno local, y sus combatientes se han atribuido varios ataques recientes con cohetes sobre Israel. Estos ataques no han causado bajas, pero sí amenazado el alto el fuego alcanzado hace 10 meses.
Receloso de la creciente amenaza, Hamas ha lanzado una operación contra los grupos más radicales, demolido una mezquita improvisada donde un predicador había elogiado al grupo EI, detenido a decenas de activistas y líderes religiosos, registrado casas en busca de hombres buscados y confiscado armas.
Abu Mohamed, un activista salafí, dijo que los salafíes «aman, apoyan y defienden a Estado Islámico» y cualquiera que se oponga al grupo «participa de forma intencionada o no intencionada en la guerra contra el Islam». El activista declinó dar su nombre completo, temiendo represalias de Gamas.
En la casa de al-Hunnor, un cartel muestra 17 violaciones del Islam por orden de gravedad. El cartel insta a rezar por pecados menos graves, pide flagelaciones por ofensas más serias y muestra la imagen de una espada —en alusión a la pena de muerte— para los crímenes más graves, como la homosexualidad y la brujería.
Otro salafí que se identificó sólo como Abu Ahmed dijo que los yihadíes son relativamente débiles y desorganizados. A diferencia de Hamas, que ha recibido ayuda de Irán y otros aliados en la región, dijo que los salafíes no reciben armas ni dinero del extranjero.
Ataviado con una túnica negra y una densa barba negra, Abu Ahmed dijo que el grupo no tiene interés en combatir a Hamas porque también es un movimiento islámico.