Por NATALIYA VASILYEVA
MOSCÚ / Agencia AP
El doctor Semyon Galperin pasó una década en investigación médica en Rusia y un periodo similar en Estados Unido trabajando en hospitales de primera clase y compañías de investigación.
A pesar de su experiencia, Galperin recibió recientemente un ultimátum del hospital de Moscú donde laboraba: irse o quedarse como un asistente de menor categoría.
La plaza laboral de Galperin está siendo eliminada como parte de una amplia reforma en la que se cerrarán al menos 28 hospitales y se despedirá a unos 10.000 elementos del personal médico, una reforma que las autoridades dicen es necesaria para modernizar el decrépito sistema de salud de la era soviética.
Miles de doctores y pacientes planean manifestarse el domingo contra la reforma como parte de la primera protesta social masiva en Rusia en casi una década, lo que representa una amenaza al presidente Vladimir Putin, quien encaró una ola de protestas políticas desde 2011 y ahora lucha con una economía alicaída.
La rebelión de los médicos comenzó hace unas semanas, cuando miles tomaron las calles para protestar contra los despidos y los cierres de hospitales. La última vez que se registró una protesta similar fue en 2005, y Putin se alarmó tanto que dio marcha atrás a la cancelación de las prestaciones sociales de millones de pensionados y discapacitados, e incluso duplicó las pensiones.
Consciente de las posibles repercusiones de esta protesta, la semana pasada Putin pidió al gobierno de Moscú que reconsiderara la reforma mientras su consejo de derechos humanos efectuaba un mesa redonda con prominentes doctores y sindicatos comerciales que no fueron consultados para elaborar la reforma.
En el Hospital 11 de Moscú, Galperin promete quedarse incluso si eso significa trabajar como asistente. «No puedo dejar el trabajo porque decidimos luchar hasta el final», dijo.
Las autoridades moscovitas dicen que simplemente están cumpliendo con una ley de 2010 diseñada para ayudar a los hospitales a completar una transición de la economía de la era soviética para hacerlos autosustentables recortando los subsidios presupuestales al mínimo.
La portavoz del Departamento de Servicios de Salud de Moscú, Elina Nikolayeva, dijo que los despidos son inevitables. «Algunos de los médicos que serán despedidos están subcalificados», dijo. «Algunos no tienen suficiente trabajo que hacer».
La desazón de los médicos es particularmente problemática para Putin porque casi todos ellos son empleados estatales, el núcleo de su base de apoyo. Rusia ha gozado de un bajo desempleo, de un 5%, en la última década gracias en parte a los fuertes subsidios a empresas, escuelas y hospitales estatales. Tras las últimas protestas políticas, Putin consiguió su tercer mandato en 2012 debido en gran medida a que los empleados estatales creyeron en su promesa de incrementar sus estándares de vida.
Ahora esa promesa parece ser contraproducente.
Las autoridades de la capital rusa están implementando la reforma para cumplir la promesa de campaña de Putin de elevar el nivel de vida de los servidores públicos, que incluye hacer que el salario de los médicos sea el doble que el del empleado promedio para 2018.
El vicealcalde de Moscú Leonid Pechatnikov dijo que si no fuera por la promesa de Putin, la reforma de salud no sería tan precipitada ni tan drástica.
El sistema de salud de Moscú es una reliquia del sistema comunista en el que todo ciudadano tenía derecho a servicios médicos gratuitos. Para ahorrar dinero, las autoridades sanitarias de Moscú se centran en la promoción de clínicas locales que proveerán atención médica integral y evitarán que las personas sean internadas.
Sin embargo, las reformas no fueron discutidas con la comunidad médica, y sus detalles salieron a la luz apenas en octubre tras un reporte de prensa.