Por TAMMY WEBBER
DANVILLE / Agencia AP

La ciudad de Danville, Illinois, ya pasaba dificultades cuando Tara Holycross y sus amigos eran unos niños que paseaban en bicicleta, nadaban en la piscina del parque local y pasaban el tiempo en el estacionamiento de un restaurante. Las plantas que dieron miles de empleos a la clase media, bien pagados, como las de General Motors, General Electric y Hyster, estaban cerrando. Los vecindarios se derrumbaban. Para cuando Holycross se graduó de secundaria en 2004, una ciudad mejor conocida por su gigantesco ascensor de granos, estaba batallando para crear nuevas oportunidades.

_Inter20_1bDiez años después, esta ciudad de 32 mil 500 habitantes sigue luchando. Holycross y algunos de sus compañeros de escuela están bien, pero gracias a que se mudaron.

Son médicos, entrenadores de atletismo, especialistas en software y asesores financieros. Viven en todo Estados Unidos —en Chicago; Charleston, Carolina del Sur; y Boulder, Colorado, por ejemplo— donde encontraron empleos sólidos que recompensan el tipo de educación que tienen.

Holycross y cuatro compañeros de escuela entrevistados dijeron que la mayoría en su salón de clase de menos de 50 se fue de Danville y ahora tienen buenos trabajos.

«Sabía que en Danville no había una oportunidad para mi carrera», dijo Holycross, de 28 años, quien trabaja como entrenadora de atletismo en Beloit, Wisconsin, a 144 kilómetros (90 millas) al noroeste de Chicago.

Su experiencia es un contrapunto de la desesperación que atrapa a muchas comunidades rurales y manufactureras en el centro de Estados Unidos, que han sido castigadas por los cambios económicos mundiales.

El flujo de profesionistas que sale de comunidades agobiadas hacia áreas con mejores oportunidades económicas hasta cierto punto ha ayudado a apuntalar a la clase media, que se ha visto reducida por una brecha que se amplía entre los estadounidenses más acaudalados y todos los demás.

Desde la década de 1980, el ingreso ha crecido para quienes ganan más y ha caído para el 20% más pobre. Los ingresos del 1% que más gana en Estados Unidos crecieron 31% de 2009 a 2012, después de ajustes por inflación, de acuerdo con datos compilados por Emmanuel Sáez, economista de la Universidad de California. Para todos los demás, apenas cambió.

Mientras creció la riqueza de los operadores de Wall Street y los directores de empresas de software, olas de gente cayeron en la clase media mientras se encogía la participación de la manufactura en la economía. Quedarse del lado negativo de la brecha económica fue inevitable para muchos que se quedaron en los pueblos de fábricas que cerraron. Sin embargo, para otros, escapar significaba separar su propio destino del de sus pueblos natales.

Entre 2012 y 2013, más de 26.7 millones de personas de entre 18 años en adelante se mudaron: 17.3 millones de ellos a otro condado. Aquellos de entre 20 y 30 años con un título universitario fue más probable que emigraran por razones laborales y son los que se fueron más lejos. En ese periodo, la gente huía de ciudades en declive como Detroit, cuya población cayó en casi 10 mil personas, mientras que lugares atractivos económicamente, como San Antonio, crecieron en 25 mil 378 personas.

La tendencia de personas más educadas emigrando y las menos escolarizadas quedándose comenzó hace varios años.

Un estudio de la Oficina de Censos encontró que más de la mitad de los empleados altamente educados que comenzaron a mudarse entre 2005 y 2010 se fueron de sus condados. En contraste, 70% de las personas sin diplomas de educación media que se mudaron lo hicieron dentro del mismo condado.

_Inter20_1cHace décadas, muchos trabajadores poco calificados podían emigrar a mejores condiciones en cualquier parte. Sin embargo, los buenos empleos ahora son difíciles de encontrar.

No hay datos extensos que contrasten las fortunas de aquellos que se quedaron y los que se fueron. Sin embargo, los vistazos parciales son reveladores.

Un sondeo realizado en 2012 a unos 3 mil graduados de 15 universidades públicas en Michigan —un estado especialmente afectado por la caída en la manufactura— encontró que 37% estaban viviendo en otro estado un año después. Aquellos que emigraron más lejos tenían más probabilidades de hallar un empleo de tiempo completo: 86% comparado con 68% de aquellos que se quedaron. Además, tendieron a tener salarios significativamente mejores.

Las diferencias en el costo de vida pueden hacer que sea difícil mudarse, pero no son siempre un factor negativo. La gente que se fue de California a San Antonio durante la crisis económica muchas veces aceptó un salario menor, pero en general los costos eran menores en Texas.

Los poblados con dificultades están haciendo énfasis en la educación superior de los jóvenes con la esperanza de que una fuerza laboral mejor preparada atraiga a las empresas, aunque también están conscientes que la educación hace más sencillo que las personas se vayan.

Para Stephanie Shinn Gaydos, graduada en 2004 en Danville y quien ahora practica medicina en Charleston, Carolina del Sur, regresar al pueblo de Illinois no es una opción porque existe una diferencia en las oportunidades.

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