Por SINAN SALAHEDDIN y SAMEER N. YACOUB
BAGDAD / AP

La venganza que se toman los milicianos chiís en Irak contra el grupo Estado Islámico suele ser tan brutal como las de sus enemigos.
En un video publicado recientemente en el internet, un miliciano chií grita el nombre de un imán venerado mientras posa junto a cadáveres decapitados. Otro sonríe al mutilar un cadáver.
Un miliciano barbudo explica que son cadáveres de combatientes que «mataron a nuestros camaradas». Otro grita que «nuestros combatientes eran buena gente. Estos son perros».
Las milicias chiís que han respondido al llamado a las armas del gobierno para combatir al grupo Estado Islámico cometen atrocidades, impulsadas por el afán de venganza contra los extremistas sunís que caen en sus manos.
El fenómeno de la justicia por propia mano es un problema para el gobierno de mayoría chií en Bagdad, blanco de críticas internacionales por el accionar de las milicias y temeroso de que los milicianos escapen a todo control. Los suníes a los que el gobierno intenta ganar para su causa acusan a las milicias de cometer actos atroces contra su comunidad, y existen temores sobre los lazos de las milicias con Irán y la guerrilla libanesa Jezbolá.
Sin embargo, el estado no puede prescindir de las milicias. El ejército iraquí se batió en retirada en junio cuando el EI tomó la ciudad de Mosul, y tiene problemas para reagruparse. Los decenas de miles de milicianos chiís que llenaron ese vacío han obtenido victorias en batallas recientes al sur y oeste de Bagdad, mientras que en el norte, combatientes de la peshmerga curda respaldados por ataques aéreos de Estados Unidos han recuperado parte de los territorios tomados por el EI meses atrás.
«La intervención de los voluntarios chiís fue vital para salvar a Irak», dijo el legislador chií Faleh Hassan, miembro de Kataeb Jezbolá, una de las milicias más destacadas. Dijo que respondía al llamado del principal clérigo chií de Irak, el gran ayatolá Alí al-Sistani, para combatir a los extremistas.
Reconoció que «algunos combatientes chiís cometieron algunas fechorías», pero sostuvo que «son cosas que suceden en la guerra».

 

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