Por GISELA SALOMON,
FORT LAUDERDALE,
Agencia AP

Son conscientes del peso del voto sobre las decisiones que toman los políticos. Anhelan desplazarse sin temor a ser deportadas, sueñan con un trabajo bien pagado, con manejar un automóvil sin miedo a que la policía las detenga y las multe por no tener licencia de conducir.

Quisieran votar, pero no pueden porque permanecen en el país de manera ilegal. Por eso desde hace semanas han golpeado puertas y enviado cartas para que otros hispanos que son ciudadanos estadounidenses acudan a las urnas y las representen con su voto en los comicios de medio término del 4 de noviembre en los que se elige gobernador, legisladores nacionales y estatales y otras autoridades locales.

«La participación hispana (de votantes) es muy importante para que toda la comunidad hispana pueda mejorar», dijo la argentina Marisa Falcón, de 40 años, que llegó desde la provincia de Chaco en 2002 junto con su esposo y su hijo de dos años en busca de un futuro económico mejor y decidió quedarse después del vencimiento de la visa de turista.

«Tratamos de salir a la calle, hablar con la gente y decirles que voten a los representantes que apoyan a la comunidad», explicó.

Falcón dice que empezó con su activismo en asuntos de inmigración porque quiere que su hijo de 14 años de nacionalidad argentina tenga las mismas oportunidades que sus dos hermanos menores que nacieron en Estados Unidos.

Por lo general la participación de los votantes es menor en estas elecciones que en las presidenciales, pero los expertos consideran que el papel del votante hispano de Florida es clave para los políticos que aspiren a ser elegidos.

Entre los 12,6 millones de votantes registrados actualmente en Florida, 1,9 millón (casi el 15 es hispano, según información recopilada por la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Designados y Electos (NALEO, por sus siglas en inglés). Sin embargo, sólo 1,1 millón de latinos acudiría a las urnas. El voto no es obligatorio.

Las mujeres latinoamericanas han acomodado sus obligaciones diarias para dedicar algunas horas de la semana a tocar puertas de vecindarios hispanos del sur del estado, llamar a electores empadronados y pararse frente a negocios latinos para conversar con los clientes sobre la importancia del voto latino y comprometerlos a que voten.

«No les decimos que voten por nadie en particular, sino que voten por alguien que piense en los inmigrantes, que nos incluya en este país, que nos considere como seres humanos honestos, que venimos a trabajar», explicó Claudia Saucedo, de 45 años, que al igual que Falcón también es oriunda de Chaco.

La mujer, que permanece sin autorización legal desde que en 2001 llegó al sur de Florida con su esposo y sus cuatro hijos, enfatizó que por su trabajo como activista de inmigración no recibe dinero de ningún partido ni agrupación.

«A nosotros nadie nos paga nada. Todo lo hacemos solitas, pedimos ayuda a nuestros amigos, que nos donan ropa usada, comida, papeles, para que podamos venderlos y juntar plata para solventarnos», aseguró Saucedo, que en su país tenía una panadería y aquí comenzó limpiando casas antes de poder crear una pequeña compañía que vende tortas y decora fiestas.

 

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