WASHINGTON
Agencia AP

Si el Senado queda dividido parejamente entre demócratas y republicanos tras las elecciones legislativas del martes, el vicepresidente Joe Biden pudiera ser el gran ganador.

Como presidente del Senado, el vicepresidente estadounidense tiene el voto de desempate sin importar cuál partido controle la cámara alta. Pero los empates 50-50 son mucho más probables si el Senado está dividido parejamente entre los dos partidos.

Los republicanos controlan ya la Cámara de Representantes y necesitan capturar seis escaños en el Senado, algo que los sondeos indican es muy posible.

Con la impopularidad del presidente Barack Obama lastrando a su partido, los demócratas se están preparando para pérdidas aún mayores. Las esperanzas demócratas para evitar una mayoría republicana descansan en lugares como Alaska, Arkansas, Georgia, Kentucky, Luisiana, Nueva Hampshire y Carolina del Norte, estados conservadores y difíciles para el partido en el gobierno.

Pero si los republicanos solamente capturan cinco escaños eso pudiera elevar el perfil de Biden con vistas a las elecciones presidenciales del 2016, donde él pudiera presentarse de nuevo como candidato.

Pudiera incluso ayudarle a competir con el status de estrella que los demócratas le han conferido ya a Hillary Clinton.

Al mismo tiempo, pudiera hacer de Biden el rostro de feas batallas políticas en el Capitolio, alienando potencialmente a algunos votantes.

«Eso haría repentinamente a Biden una figura enormemente relevante en Washington», dijo Douglas Brinkley, historiador presidencial en la Universidad Rice. «Muestra que él tiene poder».

Amigos y asociados de Biden dicen que éste disfrutaría el papel. Veterano del Senado, Biden se pasó casi cuatro décadas inmerso en las tradiciones de esa cámara, y un regreso de tanta prominencia le permitiría mostrar a sus ex colegas que sigue sabiendo lo que hace.

No obstante, un senado dividido parejamente es algo relativamente raro en la política estadounidense.

La última vez fue tras las elecciones del 2000, cuando los demócratas gozaron de un control mayoritario por 17 días a partir del 3 de enero porque Al Gore era aún vicepresidente. Los republicanos recuperaron el control el 20 de enero, cuando Dick Cheney prestó juramento como vicepresidente de George W. Bush.

 

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