Por SOPHENG CHEANG
PHNOM PENH, Camboya /Agencia AP

Khieu Samphan, el jefe de Estado del régimen, y Nuon Chea, mano derecha del líder del grupo comunista, Pol Pot, ya fueron sentenciados a cadena perpetua en agosto tras ser hallados culpables de cargos que incluían crímenes contra la humanidad, relacionados sobre todo con el movimiento forzoso que obligó a millones a ir al campo cuando tomaron el poder en 1975. Han apelado a sus condenas.

El tribunal respaldado por la ONU dividió los casos en dos juicios por temor a que Khieu Samphan, de 83 años, y Nuon Chea, de 88, pudiesen fallecer antes del final de cualquier proceso contra ellos.

Además del genocidio contra las minorías, el segundo proceso incluirá también por primera vez acusaciones de violación y matrimonios forzados.

Mostrará cómo los camboyanos en cooperativas y campos de trabajo fueron «esclavizados y sometidos a condiciones inhumanas que llevaron a incontables muertes por inanición, exceso de trabajo y enfermedades», dijo la fiscal camboyana Chea Leang al tribunal mientras los dos acusados permanecían sentados en silencio.

«Estamos aquí por las familias de los millones de camboyanos que no sobrevivieron a este régimen, para los cuales tres años, ocho meses y 20 días (…) solo significan sufrimiento y pena, dolor y muerte», añadió.

Se espera que los primeros testigos empiecen a declarar el lunes.

Según las acusaciones de genocidio, Pol Pot y otros altos cargos intentaron terminar con las minorías étnicas musulmana, cham y vietnamita presentes en el país. Se estima que el número de cham fallecidos está entre 90 mil y 500 mil. Cientos de miles de personas de etnia vietnamita fueron obligados a marcharse al vecino Vietnam, y la práctica totalidad de los que se quedaron fueron ejecutados.

Vann Math, presidente de la Asociación Islámica de Camboya, dijo que los Jemeres Rojos habían perseguido brutalmente a los cham, destruido mezquitas y asesinado a gente. Añadió que muchos cham seguían ahora con interés el proceso judicial.

Lyma Nguyen, un abogado que representa a las víctimas de etnia vietnamita, dijo fuera del tribunal que el juicio representa no solo una rara oportunidad para arrojar luz sobre el genocidio, sino también para demostrar el daño permanente que las matanzas causaron a los sobrevivientes.

Quienes se vieron obligados a huir no guardaron documentación que probase sus orígenes camboyanos, así que cuando regresaron al país se convirtieron en apátridas, y siguen siendo objeto de discriminación generalizada y chivos expiatorios.

Tras años de disputas legales y políticas, en 2006 se creó el tribunal para los Jemeres Rojos, que ha estado salpicado de corrupción, mala gestión y problemas financieros. La estructura híbrida – la ONU designa jueces y abogados internacionales que comparten el trabajo con contrapartes locales – ha originado denuncias de interferencia política y repetidos bloqueos.

En su primer juicio, el tribunal condenó a Kaing Guek Eav, conocido como «Duch», director del tristemente famoso centro de tortura S-21 , a cadena perpetua. El Segundo proceso, en el que fueron sentenciados Khieu Samphan y Nuon Chea, se inició en noviembre de 2011, pero la muerte y las discapacidades redujeron el número de acusados.

El ministro de Exteriores de los Jemeres, Ieng Sary, falleció en marzo del año pasado, y su esposa, Ieng Thirith, la responsable de Asuntos Sociales del régimen, fue declarada no apta para juicio en septiembre de 2012 tras ser diagnosticada de demencia. El líder del grupo, Pol Pot, falleció en 1998.

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