Por DAVID McFADDEN
NEGRIL / Agencia AP
Todas las mañanas el personal de los hoteles de Negril limpia la playa con rastrillos de metal. Algunos sectores son tan angostos que apenas si cabe una toalla extendida y la Agencia Nacional del Medio Ambiente y Planificación dice que la arena desaparece a un ritmo de más de un metro por año.
«En 30 años tal vez no tengamos playa», expresó Anthony McKenzie, director de la agencia.
La desaparición de la costa genera alarma en torno al futuro económico y del medio ambiente de la zona. Se espera que la erosión aumente como consecuencia del cambio del clima y empieza a cundir el pánico en este pueblo tranquilo, que es uno de los principales destinos de un país en el que la industria turística genera una cuarta parte de los empleos.
«Si el agua cubre la playa, se acaba el turismo», dijo Lyn Dennison en un puesto en la playa donde vende collares, pulseras y estatuillas de gallos, caballos y otros animales.
Toda la región caribeña enfrenta una amenaza existencial, según Ulrich Trotz, asesor científico del Centro del Clima de la Comunidad Caribeña, que ofrece asesoría y lineamientos a más de una docena de naciones y territorios caribeños.
«No hay mucho tiempo. Es imperativo tomar medidas para que el Caribe que todos conocemos sobreviva», declaró Trotz en una entrevista telefónica desde Antigua.
A lo largo de su historia Negril fue un pueblo pesquero aislado, hasta que a fines de los años 60 comenzó a atraer hippies estadounidenses, cautivados por los paisajes y la marihuana barata. Su fama fue creciendo y llegó más gente. Cadenas como Sandals y Grand Lido abrieron hoteles y la zona es visitada hoy por más de 400 mil turistas anuales, comparado con los 40 mil de 1980.
Los hoteles están presionando a las autoridades gubernamentales para que reemplacen la arena que desaparece, una medida costosa y que es una solución temporal.
El gobierno está planificando la construcción de rompeolas debajo del agua, que deberían debilitar las olas y frenar un poco la erosión de la costa. Disponen por ahora de 5.4 millones de dólares donados por una convención de cambio climático de las Naciones Unidas.
El proyecto del rompeolas de Negril, que según un estudio podría requerir una inversión de 77 millones de dólares a lo largo de 80 años, ofrece un vistazo de lo que le espera a otras localidades costeras. Las islas caribeñas, muchas de ellas sumidas en deudas, enfrentarán la encrucijada de construir barreras para contener la erosión de las costas o trasladar las comunidades costeras más adentro de sus territorios. Un grupo de trabajo intergubernamental respaldado por la ONU informó que el mar podría crecer casi un metro hacia fin de siglo.
Las playas de toda la región están siendo transformadas por una variedad de factores: la construcción de complejos, tormentas cada vez más fuertes, contaminación costera que afecta la vida marina y la desaparición de arrecifes de coral por el calentamiento del agua. Los cambios son particularmente alarmantes en el Caribe por su dependencia de la industria turística. Además, aproximadamente el 70% de los caribeños y buena parte de su infraestructura se encuentran a lo largo de las costas.
Según el Banco Mundial, algunos sectores de la isla de San Vicente han perdido 30 metros de playa en los últimos nueve años. Un estudio reciente del banco pronostica que Santo Domingo, la capital de la República Dominicana, donde mucha gente vive junto al río Ozama, en una zona de inundaciones, será una de las cinco ciudades del mundo más afectadas por el cambio climático en los próximos 35 años.
La construcción de barreras, medida que ha tenido un éxito relativo en sitios como California, es una de las respuestas que ensaya la isla de Barbados. Pero en muchos casos, los científicos dicen que lo más recomendable puede ser dejar que la erosión siga su curso natural o traer más vegetación a las playas y restaurar los pantanos. El año pasado Cuba demolió numerosos edificios para restaurar la faja costera y devolverle algo parecido a su estado natural.
«En muchas playas, medidas como el reemplazo de la arena y la construcción de barreras solo demorará lo inevitable, a un costo alto y continuo», comentó Jason Spensley, del Centro y Red de Tecnología del Clima de la ONU.
Los expertos dicen que los líderes de toda la región deben pensar a largo plazo. Se deben modificar los criterios para definir dónde se construye y mejorar el cumplimiento de las regulaciones marinas y el manejo del agua, por ejemplo. Habría que alentar a los inversionistas a que protejan las dunas y vegetación marina, controlar mejor el impacto de la contaminación en las costas y promover la construcción tierra adentro.
«No parecemos estar preparados para nada de esto. Es como si no nos diésemos cuenta de lo que está pasando en Negril, de los peligros que se avecinan», expresó Diana McCaulay, directora ejecutiva de la entidad sin fines de lucro Jamaica Environment Trust.
Pero Sheila McDonald-Miller, directora de programa del proyecto de rompeolas, afirmó que esa iniciativa va a reducir la erosión en Negril. Indicó que espera que la construcción comience el año próximo.
Simon Mitchell, geólogo de la Universidad de las Indias Occidentales de Jamaica, opina que el gobierno tiene que pensar en el futuro. En sitios bajos como Negril, indicó, «no hay la menor duda» de que los hoteles sobre la playa van a ser tapados por el agua en las próximas décadas.
«Hay que pensar en lo que sucederá dentro de 50 años», sostuvo. «No podemos seguir yendo a sitios con playas inmaculada y construir hoteles. En diez años tendremos los mismos problemas, porque las playas están desapareciendo».
JAMAICA
Jamaica es una isla perteneciente a las Grandes Antillas, cuenta con 240 km de largo y un máximo de 80 km de ancho, situada en el mar Caribe. Está a 630 km del subcontinente centroamericano, a 150 km al sur de Cuba y a 180 km al oeste de la isla de La Española, en la cual están Haití y la República Dominicana.
Fue una posesión española conocida como «Santiago», entre 1494 y 1655 cuando fue atacada por tropas inglesas. Luego se convirtió en una posesión inglesa, y más tarde en una colonia británica, conocida como «Jamaica». La isla logró su independencia el 6 de agosto de 1962. Con 2.8 millones de personas, es el tercer país de habla inglesa más poblado de América, después de Estados Unidos y Canadá. Forma parte de la Mancomunidad de Naciones (en inglés: Commonwealth of Nations); en concordancia con el sistema de monarquía constitucional.
El poder ejecutivo lo ostenta la reina Isabel II que a su vez se constituye en la actual Jefa de Estado y reina de Jamaica. Kingston es la ciudad más grande del país y la capital.