Por JACQUES BILLEAUD y GENE JOHNSON,
PHOENIX
Agencia AP
El instructor Charles Vacca, de 39 años, estaba parado junto a la niña el lunes en el campo de tiro Last Stop en Arizona, al sur de Las Vegas, cuando la menor apretó el gatillo. El culatazo apuntó el arma hacia arriba y Vacca fue baleado en la cabeza.
La fiscalía dijo que no presentará cargos en el caso.
Muchos niños estadounidenses se crían familiarizados con armas de fuego, y tomar parte en su primera cacería con sus padres es un rito de iniciación en las áreas rurales. Pero dar a un niño una subametralladora es algo diferente.
Gerry Hills, fundador de Arizonans for Gun Safety, un grupo que busca reducir la violencia con armas de fuego, dijo que fue irresponsable dejar que la niña manejase un arma tan poderosa y que se necesitan regulaciones más estrictas sobre niños y armas de fuego.
«Tenemos mejores estándares de seguridad para quién se monta en la montaña rusa en un parque de diversiones», dijo Hills. Acerca de los padres de la niña, dijo: «No veo ninguna razón en el mundo por la que vas a permitir que una niña de 9 años poncha sus manos en una Uzi».
Las identidades de la niña y su familia no han sido reveladas.
Sam Scarmardo, que opera el campo de tiros en el desierto, dijo el miércoles que los padres habían firmado dispensas en las que dijeron que entendían las reglas y estaban cerca, tomando u video de su hija, cuando ocurrió el accidente.
Investigadores dieron a conocer 27 segundos del video en los que se ve a la niña desde atrás cuando ella dispara contra una silueta negra. Las imágenes, que no muestran al instructor cuando es baleado, alimentaron el furor en la internet y más allá.
«Me arrepiento de haber dejado a esa niña disparar, y lamento que Charlie murió en el incidente», dijo Scarmardo. Agregó que no sabe qué falló, apuntando que Vacca era un veterano del ejército con experiencia en Afganistán e Irak.
Jace Zack, de la oficina del fiscal del condado Mohave, dijo que el instructor fue probablemente la persona más en lo criminal en el incidente por haber permitido que la niña manejase el arma sin entrenamiento.
«Los padres no son culpables», dijo Zack. «Ellos confiaron en que el instructor sabía lo que estaba haciendo, y la niña no podía haber comprendido los peligros potenciales».