El inmigrante venezolano Cristo Pérez, de 33 años, sentado al sol en un campamento de migrantes frente a la Iglesia de La Soledad en la Ciudad de México, el miércoles 31 de julio de 2024. (Foto AP/Marco Ugarte)
El inmigrante venezolano Cristo Pérez, de 33 años, sentado al sol en un campamento de migrantes frente a la Iglesia de La Soledad en la Ciudad de México, el miércoles 31 de julio de 2024. (Foto AP/Marco Ugarte)

Yenny Morales, de 33 años, dejó su natal Venezuela porque pensó que no tenía otra opción. Su hijo de 9 años padece una discapacidad mental y, en un país donde el 80% de la población vive en la pobreza, no podía costear un especialista.

“Tuve que salir corriendo porque no lo mandaron a un neurólogo. Primero viene la salud de nuestros hijos», dijo Morales, quien ha estado esperando en México una cita para solicitar asilo en Estados Unidos.

Desde las elecciones presidenciales del domingo en Venezuela, en las que tanto el actual presidente, Nicolás Maduro, como la principal coalición opositora del país se atribuyeron la victoria, sus preocupaciones se han enfocado en su familia en su país natal. “Esto es un fraude”, dijo, refiriéndose a los resultados ampliamente criticados. “Eso es lo que están peleando nuestros familiares”.

Afirmó que no tenía noticias de su familia desde el martes por la mañana.

Morales, quien vive en un campamento improvisado en el corazón de Ciudad de México, es uno de los millones de inmigrantes venezolanos cada vez más preocupados por sus amigos y familiares en su país. Tras haber atravesado Centroamérica en busca de una vida mejor, siguen de cerca las protestas desencadenadas por el anuncio de que Maduro había obtenido un tercer mandato de seis años.

Las elecciones del domingo fueron unas de las más pacíficas de la historia reciente del país, lo que refleja la esperanza generalizada de que Venezuela pueda evitar un derramamiento de sangre y poner fin a 25 años de gobierno de partido único.

“Estoy muy decepcionado con lo que pasa en mi país”, manifestó Gerardo Uzcategui, de 56 años, quien pasó cuatro años en Cali, Colombia, antes de iniciar su viaje a Estados Unidos.

Uzcategui, un exagente de policía que supervisó la seguridad de un ministro del gobierno, dijo que toda su familia ha huido. Tiene una hija en Argentina y un hijo en México.

“Estábamos contentos a las 3 de la tarde que supuestamente iba a haber un cambio”, dijo. “Mira, 11 de la noche nos cambiaron todo y es fuerte, fuerte para todos».

La caída de los precios del petróleo, la carestía y una hiperinflación que superó el 130.000% han provocado malestar social y emigración masiva en Venezuela, empujando a más de 7,7 millones de personas a emigrar en la última década.

El teléfono de Morales está inundado de información sobre lo que está ocurriendo en su país. Compartió un audio de un amigo que advertía a los manifestantes que se cubrieran la cara; videos de niños golpeando cacerolas, y una foto de un amigo cercano que, según afirma, fue asesinado tras el primer día de protestas.

La organización de derechos humanos Foro Penal, con sede en Venezuela, informó el martes que 11 personas, entre ellas dos menores, habían muerto en disturbios relacionados con las elecciones.

Herberto Lugo, de 48 años, dice que se siente aliviado de que su familia en Venezuela esté bien, ya que viven en la ciudad costera de Maracaibo, donde no se han reportado protestas violentas. Pero eso no cambia su opinión respecto al férreo control de Maduro sobre Venezuela.

Lugo, quien cree que el líder opositor y exdiplomático Edmundo González fue el claro ganador de las elecciones, afirma que siente «incomodidad e inconformidad con lo que está sucediendo en nuestro país”. Agregó que si tuviera la oportunidad de volver, se uniría a las protestas.

«La gente está guerreando, en Venezuela están guerreando y esperemos que salga Maduro esta semana», dijo Lugo. “Si no sale esta semana no sale nunca”.

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