
Habitantes de la occidental localidad salvadoreña de Izalco, de origen indígena, celebraron este martes un colorido carnaval en el que los participantes quiebran cascarones de huevos rellenos de papeles de colores y de harina sobre las cabezas para despedirse de las fiestas y dar la bienvenida al tiempo de la Cuaresma.
La actividad, que data de 1940 y es conocida como Martes de Carnaval, se realizó en el centro urbano del histórico municipio de Izalco, ubicado a más de 70 kilómetros de la capital, San Salvador.
Los habitantes se reúnen para rezar el rosario ante la imagen de la Virgen María y de su prima, santa Isabel, y luego proceden a quebrar los huevos sobre las cabezas, cuyo significado es fortalecer los lazos de hermandad y amistad entre las comunidades.
El Martes de Carnaval es una actividad de origen católico y también significa para los ‘izalqueños’ «un límite que el hombre y la mujer debe tener para un cambio de actitud de manera positiva» previo al comienzo de la Cuaresma.
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El joven Pedro Hernández contó a EFE que la actividad busca «enlazar lazos de compadrazgo con las personas» y «marca el comienzo de la Cuaresma al cerrar el ciclo de fiestas que se desarrollan desde diciembre».
Señaló que el carnaval se comienza a preparar desde diciembre y que durante el mismo se reparten tamales -comida típica a base de maíz-, pan y chocolate para tomar.
Hernández señaló que él participa desde hace tres años y es su manera de involucrarse como joven para preservar la celebración.
Carmen Aguilar, entre tanto, resaltó que la actividad se trata de una tradición ‘izalqueña’, organizada por miembros de cofradías -congregación o hermandad de devotos- del municipio, con la que se marca el tiempo de reflexión para «no caer en las tentaciones, tratando de no pecar».
La localidad de Izalco es rica en expresiones culturales y se caracteriza por su solemnidad, sobre todo en la Semana Santa, y las procesiones son algunas de las costumbres y tradiciones religiosas que han persistido durante muchos años, siendo catalogadas como unas de las celebraciones más solemnes en el país.
Izalco fue una de las localidades más golpeadas por la masacre de indígenas y campesinos ordenada por el dictador Maximiliano Hernández Martínez, con la que casi exterminó a esta población y su cultura en 1932.
La matanza se dio tras una insurrección popular, encabezada por indígenas y campesinos, suscitada en rechazo a una reforma que los despojó de sus tierras comunales y a un fraude electoral.
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