El gobierno colombiano suspendió el miércoles indefinidamente los diálogos de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) luego de atribuir a la guerrilla un ataque con explosivos que causó la muerte de dos soldados e hirió a más de 20, un hecho que según el presidente Gustavo Petro prácticamente cierra “un proceso de paz con sangre”.
“Hoy el proceso de diálogos queda suspendido. Su viabilidad está severamente lesionada, y su continuidad sólo puede ser recuperada con una manifestación inequívoca de la voluntad de paz del ELN”, señaló la delegación de paz del gobierno en un comunicado.
Horas antes, el comisionado de paz del gobierno, Otty Patiño, dijo a The Associated Press que suspendidas las conversaciones por orden presidencial, sólo se retomarían los diálogos si el ELN “corrige el rumbo”, ya no sólo para «dialogar sino para negociar el fin del conflicto”.
Se trata de la crisis más profunda de la mesa de negociación que se retomó con el ELN en noviembre de 2022 tras la llegada de Petro al poder como el primer presidente de tendencia izquierdista, lo que se leyó en su momento como un potencial mayor entendimiento entre el oficialismo y una guerrilla fundada en 1964 bajo la inspiración de la revolución cubana.
Sin embargo, la mesa de negociación se consideraba en crisis desde marzo cuando el gobierno avaló un diálogo regional en el departamento de Nariño, fronterizo con Ecuador, con una facción del ELN denominada “Comuneros del Sur”, que luego rompió con el mando general. Dicha tensión no se superó y en agosto las partes no lograron una prórroga del cese al fuego que sostuvieron por un año.
La mesa con el ELN era considerada la negociación más avanzada que había logrado el gobierno en el marco de su política de “paz total”, una retadora apuesta con la que abrió diálogos simultáneos con diversos grupos armados en un intento por reducir la violencia en el país.
La política de “paz total” atraviesa momentos complejos no sólo con el ELN: el gobierno se levantó de otra mesa de diálogo con la mayoría de las facciones que conforman el autodenominado Estado Mayor Central (EMC), conformada por quienes se negaron a firmar el acuerdo de paz de 2016 entre el Estado y la extinta guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Continúan los diálogos con la disidencia Segunda Marquetalia y se instalarán con Comandos del Sur, una escisión del ELN que opera en el sur del país.
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El ataque del martes, que fue atribuido por las autoridades al ELN sin que la guerrilla lo reivindicara, fue perpetrado en un poblado rural de Arauca, un departamento fronterizo con Venezuela. Los explosivos fueron lanzados desde un vehículo de carga contra una unidad del ejército.
Dos soldados murieron y 26 resultaron heridos, según el último balance dado el miércoles por el ministro de Defensa, Iván Velásquez.
La mayoría de los heridos fueron trasladados vía aérea al hospital militar de Bogotá, donde recibieron la visita de Petro el miércoles. Según el parte médico del hospital, 13 permanecen hospitalizados en “estado estable”, la mayoría con lesiones en tejidos blandos, mientras que cinco se encuentran en la unidad de cuidados intensivos.
Las autoridades anunciaron el miércoles una recompensa de hasta 23.700 dólares por información que conduzca a la captura de los responsables del ataque. También ratificaron una recompensa de hasta 948.000 dólares por los principales cabecillas del ELN.
El ataque en Arauca fue comparado por Petro con otro que perpetró el ELN en 2019 contra una escuela de policías en Bogotá en el que murieron 22 personas y decenas resultaron heridas, lo que derivó en la suspensión de los diálogos de paz que en ese entonces sostenía el grupo ilegal con el gobierno del conservador Iván Duque (2018-2022).
En la actual coyuntura con el ELN, Elizabeth Dickinson, analista senior para Colombia del International Crisis Group, considera que “aún no se cerró (el diálogo) y tenemos que tener mucho cuidado con las palabras que dijo Petro, allí aún hay espacio para rescatar algo, pero sí es cierto que estamos muy al borde de un colapso del diálogo”.
Para Dickinson, las declaraciones del presidente fueron las últimas de una cadena de advertencias que ha hecho el gobierno al ELN. “El mensaje hacia el grupo ha sido claro: las acciones muestran que el grupo armado no tiene voluntad de paz. Para rescatar el proceso tocaría un gran gesto por parte del ELN y mostrar su compromiso por la paz, algo muy poco probable”, explicó.
Desde que se alzó en armas el ELN ha intentado infructuosamente en cinco ocasiones negociar la paz con los gobiernos de turno.