En una isla pequeña frente a la costa caribeña de Panamá unas 300 familias están empacando sus pertenencias para hacer un cambio dramático. Generaciones de gunas que han crecido en Gardi Sugdub y se han dedicado al mar y al turismo cambiarán de vida la próxima semana por la tierra firme del continente.
Van voluntariamente, pero empujados por el cambio climático.
Los gunas de Gardi Sugdub son los primeros pobladores que tendrán que reubicarse en Panamá debido al aumento del nivel del mar. Varias decenas de comunidades a lo largo de las costas del Caribe y el Pacífico tendrán que hacer lo mismo en las próximas décadas debido a iguales motivos, según funcionarios gubernamentales y científicos.
Hace poco los residentes indígenas de la isla remaban o salían en lanchas con motores fuera de borda para pescar. Los niños, algunos con uniformes, caminaban a toda prisa por el laberinto de estrechas calles de tierra camino a la escuela, donde otro grupo de alumnos vestían gorros y ropa colorida alusiva a los afrodescendientes para celebrar el mes de la “Etnia Negra”.
“Nos sentimos un poquito tristes porque vamos a dejar lo que han sido nuestros hogares de toda la vida, la relación con el mar, donde pescamos, donde nos bañamos y llegan los turistas, pero el mar está sumergiendo la isla poco a poco”, dijo a The Associated Press Nadín Morales, de 24 años, quien se mudará de Gardi Sugdub al continente junto a su mamá, tío y novio.
Aseguró, empero, que otros tíos ancianos no abandonarán sus chozas a pesar de los riesgos del clima. “No quieren irse porque han crecido aquí y es donde vivieron sus antepasados».
Una funcionaria del Ministerio de Vivienda de Panamá dijo que algunos adultos mayores decidieron quedarse hasta que el mar lo permita, sin precisar el número. Las autoridades no los obligarán a salir, agregó la funcionaria, quien pidió no ser identificada como condición para hablar del tema.
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Las autoridades autónomas de la isla decidieron desde hace dos décadas que era hora de pensar en trasladar a la población de manera voluntaria y opcional. Inicialmente la razón fue el crecimiento demográfico, pero luego se sumó la emergencia climática, afirmó a The Associated Press Evelio López, un profesor de 61 años de Gardi Sugdub.
El traslado “es una consecuencia directa del cambio climático a través del aumento del nivel del mar”, explicó a AP Steven Paton, un experto en monitoreo del clima y los océanos de los trópicos del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI). “Las islas como promedio sólo están a medio metro por encima del nivel del mar y mientras aumente ese nivel tarde o temprano los gunas van a tener que abandonar todas las islas, casi seguro para fines de siglo o antes”.
“Todas las costas del mundo van a estar afectadas por esto en diferentes velocidades», añadió.
Se estima que para 2050 Panamá podría perder 2,01% de su territorio costero nacional producto del ascenso del nivel del mar en el Atlántico y el Pacífico, de acuerdo con un reciente estudio de dinámicas marinas realizado por la Dirección de Cambio Climático del Ministerio de Ambiente con apoyo de las universidades de Cantabria, España, y la Tecnológica de Panamá.
Se han identificado a 63 comunidades pobres, indígenas y afrodescendientes en ambos lados de los océanos —con casi 38.000 habitantes— que tendrán que reubicarse a corto y mediano plazo, aseguró a AP la directora de Cambio Climático del Ministerio de Ambiente, Ligia Castro. Panamá tendría que gastar alrededor de 1.200 millones de dólares en esos desplazamientos, agregó.
“El Atlántico, sobre todo con la emergencia climática, se ha calentado mucho; el Pacífico también, pero más el Atlántico, eso ha originado también cambios en la circulación de vientos y por tanto el movimiento de la humedad en la atmósfera, lo que hace a Panamá un país extremadamente vulnerable al cambio climático», explicó Castro.
Gardi Sugdub, una de las 50 islas pobladas del archipiélago Guna Yala y con una extensión de apenas 400 metros de largo y 150 metros de ancho —algo así como cuatro canchas de fútbol alineadas—, sufre inundaciones cada año y el mar ingresa a las casas, principalmente en los meses de noviembre y diciembre debido a los vientos alisios que producen mareas altas. Las tormentas tropicales también son más potentes e impredecibles, como una de 2008 que anegó la isla durante semanas y destruyó algunas casas de paja y bambú.
Los gunas han colocado rellenos de palos, piedras y material coralino a orillas de la isla para contrarrestar un mar cada vez más voraz.
“Últimamente he visto que ha impactado mucho el cambio climático, ahora la marea sube al nivel donde antes no llegaba y también el calor está insoportable”, afirmó Morales, la joven guna.
“Cuando el nivel del mar es muy alto, entonces se inundan las calles”, coincidió López, el profesor. “Eso es un indicio de que el cambio climático está inundando las comunidades”.
López también se trasladará con familiares a tierra firme, donde serán reubicados en una zona de viviendas de techo de zinc y paredes de concreto con avenidas asfaltadas construida por el gobierno a un costo de 12 millones de dólares sobre un terreno de 17 hectáreas en medio de un bosque húmedo tropical. Allí tendrán una escuela, un centro de salud, agua potable y electricidad.
Los indígenas han bautizado la zona residencial como “Isber Yala”, que quiere decir árbol de níspero en su lengua originaria. El lugar no está tan distante de Gardi Sugdub, se sitúa a unos dos kilómetros del puerto de Cartí, al cual se llega desde la isla en unos 8 a 10 minutos en bote.
Los gunas, uno de los ocho grupos indígenas de Panamá, poblaron originalmente las montañas y selvas del archipiélago Guna Yala hace siglos desde donde se desplazaron a las islas huyendo de los insectos y culebras.
Dejar la isla «es un gran reto porque prácticamente más de 200 años que nuestra cultura es del mar”, destacó López.
Gardi Sugdub y otras islas del archipiélago suelen atraer a turistas todo el año. Pero los pobladores también tienen cultivos de yuca, cocoteros y plátano en tierra firme y a orillas del río.
Braucilio De la Ossa, de 29 años y quien es subsecretario del puerto Cartí, coincidió en que el traslado plantea todo un desafío. Él se mudará con su esposa, su hija pequeña, su cuñada y su suegra. Familiares de su mujer, incluyendo un tío, se quedarán en la isla.
“Pienso que este es un reto para las 300 familias que van a cruzar a tierra firme”, indicó. “Por el cambio de estilo de vida que pasará de estar en el medio del mar a estar en tierra firme, ya que los habitantes están acostumbrados a buscar su economía en distintas maneras, ya sea en la pesca, turismo, y ahora estarán más cerca del bosque”.