Colombia: mujeres vuelven al servicio militar tras 25 años. Foto La Hora: Ap.

Vestida con un uniforme de camuflaje del ejército colombiano Zulma Stefania Pérez defiende su capacidad para enfrentar los rigores del entrenamiento que asumió al ingresar voluntariamente al servicio militar, que en el país es obligatorio sólo para los hombres. «La exigencia física es la misma, no es por el hecho de que seamos mujeres que seamos menos, sino que podemos mostrar más fortalezas y cualidades que los hombres», aseguró a The Associated Press desde el Batallón de Logística de Bogotá.

Pérez forma parte del grupo de 1.296 mujeres que ingresaron al ejército para hacer el servicio militar en la primera convocatoria abierta en 25 años. La última vez que el ejército aceptó que las mujeres ingresaran de este modo a sus filas fue en 1998 y ahora retomó esa política para fortalecer el «rol de las mujeres en la institución», explicó la institución en un comunicado de enero.

Con 24 años, Pérez aspira a ascender de rango en una institución típicamente dominada por los hombres: entre los 200.000 integrantes del ejército sólo hay 1.212 oficiales y 973 suboficiales mujeres en distintos grados, según las cifras oficiales. Desde hace tres semanas Pérez dejó atrás su vida de civil en la que conseguir un trabajo bien remunerado no era fácil. En el último año tuvo que aceptar dos empleos: uno preparando bebidas saludables y otro atendiendo un centro de llamados. La pandemia la atrasó en sus estudios de abogacía y cuando recibió el título profesional en septiembre de 2021 no pudo ejercer de inmediato por la falta de un documento, ni acceder a especializarse.

El servicio militar es la puerta para entrar al ejército para varias jóvenes que no tienen los ingresos suficientes para pagar una carrera profesional militar que puede valer varios miles de dólares. Por prestar el servicio militar reciben una bonificación mensual equivalente a 73 dólares así como comida y techo en la base militar en la que viven durante todo el año. Yariany Álvarez dejó un trabajo como cajera en un supermercado para unirse al ejército. «Desde muy pequeñita siempre ha sido mi ilusión portar este uniforme con orgullo, con disciplina y honor», aseguró Álvarez, de 20 años, quien decidió seguir los pasos de su tío policía y admitió que los entrenamientos físicos han sido el mayor reto.

Las jornadas en el batallón, ubicado en las nubladas montañas del suroriente de Bogotá, inician a las seis de la mañana con una ducha de agua fría que no puede tardar más de un minuto en un baño compartido de sólo seis duchas para 76 jóvenes. Tras recibir el desayuno inician las clases de instrucción militar y antes de acabar la jornada -a veces cerca de la medianoche-, deben lustrar sus botas y aprender himnos.

Bajo el comando de un sargento instructor que corrige cada movimiento para lograr su uniformidad, las novatas se esfuerzan por seguir el ritmo de la marcha y los ejercicios de resistencia. Algunas lucen la cara pintada de verde y negro luego de la clase de mimetismo y sostienen fusiles sin munición ACE 5.56 que pesan tres kilos, en preparación a las que serán sus armas.

Álvarez no teme ser militar en un país que ha vivido en conflicto las últimas décadas y que aunque en 2016 logró un histórico acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la que fuera la guerrilla más antigua de Latinoamérica, continúa padeciendo la violencia a causa de la presencia de otros grupos armados. «Es peligroso (el país), pero si nosotras nos enfocamos en aprender los cuadros como nos están enseñando, creo que más adelante vamos a destacarnos», indicó Álvarez, quien aspira a ser teniente.

 

En Colombia las mujeres militares no suelen combatir en las zonas peligrosas -aunque existen casos de oficiales que sí lo hacen- y son ubicadas en actividades administrativas. Sin embargo, saben que al pertenecer al ejército deben estar preparadas en caso de ser requeridas en una guerra.

Pérez indicó que luego de tres meses, cuando jure lealtad a la bandera en un acto solemne en el que se comprometerá como soldado, será ubicada en una unidad en la que apoyará el área jurídica aprovechando su título profesional hasta completar un año de servicio. Luego apostará a especializarse en derecho penal, comercial o en la justicia penal militar para poder ascender. El ejército colombiano espera lograr que ingresen a sus filas al menos 5.000 mujeres y 55.000 hombres este año.

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