Benjamin Netanyahu asumió el jueves el cargo de primer ministro de Israel, tomando el timón del gobierno más derechista y religiosamente conservador en la historia del país y prometiendo implementar políticas que podrían causar agitación nacional y regional y alejar a los aliados.
Esta es su sexta vez en el cargo. Para este nuevo gobierno, ha prometido priorizar la expansión de los asentamientos en Cisjordania, extender los enormes subsidios a sus aliados ultraortodoxos e impulsar una reforma radical del sistema judicial que podría poner en peligro las instituciones democráticas del país. Netanyahu es el primer ministro con más años de servicio, ya que ocupó el cargo desde 2009 hasta 2021 y una temporada en la década de 1990. Después de cuatro elecciones sin resultado definitivo, fue destituido el año pasado por una coalición de ocho partidos unidos únicamente por oponerse a su gobierno, mientras Netanyahu era juzgado por corrupción.
Esa coalición se rompió en junio y Netanyahu y sus aliados ultranacionalistas y ultraortodoxos consiguieron la mayoría parlamentaria en las elecciones de noviembre. «Escucho los gritos constantes de la oposición sobre el fin del país y la democracia», dijo Netanyahu después de subir al podio en el Parlamento antes de la juramentación formal del gobierno el jueves por la tarde. Su discurso fue interrumpido repetidamente por gritos y abucheos de la oposición.
«Miembros de la oposición: perder en las elecciones no es el fin de la democracia, esta es la esencia de la democracia», dijo. Netanyahu encabeza un gobierno compuesto por un partido religioso ultranacionalista dominado por colonos de Cisjordania, dos partidos ultraortodoxos y su partido nacionalista Likud.
🇮🇱 El exministro de Inteligencia israelí Eli Cohen, que desempeñó un importante papel en la normalización de las relaciones entre Israel y los países árabes, nombrado jefe de la diplomacia por el primer ministro designado, Benjamin Netanyahu #AFP pic.twitter.com/Z64D0j79fG
— Agence France-Presse (@AFPespanol) December 29, 2022
Sus aliados buscan cambios drásticos que podrían alejar a grandes franjas de israelíes, aumentar el riesgo de conflicto con los palestinos y poner a Israel en un curso de colisión con algunos países aliados, incluido Estados Unidos. Israel capturó Cisjordania en 1967 junto con la Franja de Gaza y el este de Jerusalén, territorios que los palestinos quieren como Estado. Israel ha construido decenas de asentamientos que albergan a unos 500.000 israelíes que viven junto a unos 2,5 millones de palestinos.
La mayor parte de la comunidad internacional considera que los asentamientos israelíes en Cisjordania son ilegales y un obstáculo para la paz con los palestinos. El nuevo gobierno también ha despertado preocupación por los derechos de las minorías y la comunidad LGBTQ.
A principios de esta semana, dos miembros del partido Sionismo Religioso dijeron que promoverán un proyecto de ley que permitiría a las empresas y los médicos discriminar por razones religiosas a personas LGBTQ. Netanyahu ha tratado de disipar esas preocupaciones prometiendo no dañar sus derechos.