El líder del bloque republicano en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy. Foto La Hora: AP.

Al disiparse el sueño de la gran marea roja, los republicanos hacían arduos esfuerzos, estado por estado, para quebrar el monopolio partidista demócrata en Washington, en una batalla reñida por el control del Congreso y el futuro de los proyectos del presidente Joe Biden.

El miércoles, las estrechas mayorías demócratas en la Cámara de Representantes y el Senado seguían en riesgo. El partido enfrentaba a una nueva generación de candidatos republicanos, entre los cuales algunos negacionistas del resultado electoral de 2020 y extremistas inspirados por Donald Trump ganaron bancas. Pero las contiendas seguían reñidas y los republicanos se toparon con una dura competencia en todo el país que echó por tierra sus esperanzas de la amplia victoria que habían prometido, sobre todo en la cámara baja. En lugar de ello, se avanzaba lentamente hacia lo que parecía ser un Congreso con muy estrecha mayoría.

«La MAREA ROJA no se produjo», tuiteó la legisladora republicana derrotada Mayra Flores, de Texas. Fue la primera gran elección nacional desde el ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021, y los nervios estaban a flor de piel. El violento ataque al esposo de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi la semana pasada provocó estupor generalizado, y las fuerzas federales del orden advirtieron que aumentaban las amenazas en todo el país. El partido de Biden trataba de mantener su mínima ventaja.

Aún con una mayoría pequeña, los republicanos podrían traer una nueva intensidad al Capitolio con promesas de frenar los planes más ambiciosos de Biden, estrechar la supervisión legislativa e iniciar largas investigaciones, incluso un juicio político al presidente.

El jefe del bloque republicano Kevin McCarthy, que sería presidente de la cámara si su partido gana la mayoría, habló en un acto partidario en Washington pasada la medianoche. «Estamos ampliando este partido», dijo McCarthy al anunciar las contiendas ganadas hasta el momento. «El pueblo estadounidense quiere una nueva mayoría que vuelva a encarrilar el país».

Pero el estado de ánimo era tenso ante la inesperada conquista demócrata de lugares que los republicanos esperaban ganar. «Aunque muchas contiendas son demasiado reñidas para determinar un ganador, está claro que los legisladores y candidatos demócratas están superando de lejos las expectativas», dijo Pelosi en un comunicado. «A medida que los estados siguen calculando los resultados finales, se debe contar cada voto emitido».

Estaban en juego las 435 bancas de la cámara y un tercio del Senado. Si los novatos republicanos ayudan al partido a tomar el control de la cámara baja y posiblemente la alta, el resultado significará nuevos retos para la capacidad del Congreso de gobernar, sobre todo si los márgenes son estrechos.

 

En la contienda por la cámara, Virginia dio un ejemplo. La senadora estatal republicana y expiloto de la armada Jen Kiggans derrotó a la representante demócrata Elaine Luria, una exoficial naval que había destacado su labor en la comisión legislativa que investiga la insurrección del 6 de enero.

Pero en otro distrito de Virginia que los republicanos preveían ganar, la demócrata Abigail Spanberger derrotó a Yesli Vega, la candidata de Trump. Y los demócratas conservaron bancas en Rhode Island, Ohio, Kansas y Nuevo Hampshire a las que aspiraban los republicanos y les arrebataron algunos distritos, incluido un suburbio en Illinois. Con todo, los republicanos ganaban algunas de las cinco bancas necesarias para alcanzar la mayoría mínima de 218.

Ganaron un distrito de Nashville, Tennessee, que era un baluarte demócrata. Y en un ejemplo dramático del ambiente político difícil que enfrentan los demócratas, el jefe de la campaña legislativa, Sean Patrick Maloney, luchaba por su vida política contra el legislador estatal Mike Lawler en el Valle del Hudson en Nueva York. Sería el primer jefe de campaña demócrata derrotado en 20 años.

Las contiendas por el Senado aún no estaban definidas. El republicano J.D. Vance, capitalista de riesgo y autor de «Hillbilly Elegy», derrotó al representante demócrata Tim Ryan por una banca desierta en Ohio. En Nuevo Hampshire, el autotitulado republicano trumpiano Don Bolduc fracasó en el intento de vencer a la senadora demócrata Maggie Hassan.

En el Senado, donde las fuerzas son parejas, los principales campos de batalla eran Arizona, Georgia, Nevada y Wisconsin. En Pennsylvania, el demócrata John Fetterman arrebató una banca a los republicanos que es crucial para la esperanza del partido para mantener el control del Senado. Los demócratas controlan la cámara alta dividida 50-50 porque la vicepresidenta Kamala Harris tiene el voto de desempate.

Históricamente, en los gobiernos divididos ha existido la posibilidad de negociaciones bipartidistas, pero los candidatos republicanos hicieron campaña con promesas de frenar a los demócratas. Prometieron recortes al presupuesto federal, negarse a elevar el límite de deuda de la nación y vacilar en la ayuda a Ucrania en la guerra con Rusia. Todo apunta a un impasse potencial.

McCarthy ha reclutado la camada más diversa racialmente de la historia, con gran número de mujeres, pero también hay un grupo de fieles de Trump, escépticos y negacionistas, algunos de los cuales rondaban por el Capitolio el 6 de enero. Trump respaldó a cientos de candidatos en todo el país, que no en todos los casos eran los preferidos de McCarthy y del jefe del bloque de senadores Mitch McConnell. El expresidente dijo en una entrevista que respaldaba a McCarthy para la presidencia de la cámara y calificó a su viejo adversario McConnell de «pésimo líder», según el canal noticioso Fox.

En un indicio del clima político tóxico que reina en el país, Pelosi canceló la mayoría de sus actos públicos en la última semana de campaña, después que un intruso irrumpió en su casa en San Francisco durante la noche a gritos de «¿dónde está Nancy?» y golpeó a su esposo de 82 años en la cabeza con un martillo. Las autoridades han dicho que fue un ataque intencional.

 

La elección se desarrolló en medio de un profundo malestar. Unos siete de cada 10 estadounidenses desaprueban la labor del Congreso, según AP VoteCast, una amplia encuesta de 90.000 votantes en todo el país. Unos cuatro de cada 10 la desaprueban enérgicamente.

Varios legisladores republicanos nuevos fueron elegidos en los distritos reformados de Florida. Pero a ellos se suma el demócrata Maxwell Frost, de 25 años, el primer miembro de la Generación Z, los nacidos después de 1995, que llega al Congreso. Algunos legisladores conservaban sus bancas. En Ohio, la demócrata Marcy Kaptur derrotó a J.R. Majewski, un republicano que estuvo en el Capitolio el 6 de enero. Y la ultraderechista Marjorie Taylor Greene, una aliada de Trump, ganó su reelección en Georgia.

El líder de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, ganó su reelección en Nueva York. Los senadores Rand Paul de Kentucky y Marco Rubio de Florida vencieron a sus adversarios demócratas. En Colorado, el senador demócrata Michael Bennet también conservó su banca.

El recuento puede prolongarse durante días en muchos estados, y en Georgia podría haber desempate el 6 de diciembre si ningún candidato gana la mayoría. Los demócratas cobraron impulso con la cuestión del aborto después que la Corte Suprema derogó el fallo Roe vs. Wade, y han advertido a los votantes sobre las intenciones de la derecha MAGA, la sigla del lema de Trump, «devolver la grandeza a Estados Unidos». Los republicanos optaron por enfocarse en asuntos tales como los precios elevados por la inflación y la delincuencia.

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