El obispo de Timor Oriental, Carlos Filipe Ximenes Belo, ganador del Nobel de la Paz, muestra su certificado y su medalla durante la ceremonia de entrega en el ayuntamiento de Oslo, el 10 de diciembre de 1996. Foto La Hora: Bjoern Sigurdsoen, Archivo/Ap.

Los casos de abuso sexual perpetrados por curas han tendido una sombra sobre la Iglesia Católica de Portugal, empañando incluso a jerarcas mientras las autoridades se esfuerzan por explicar por qué se protegió a un obispo Premio Nobel de la Paz en el centro de las acusaciones.

El fin de semana, líderes eclesiásticos pidieron perdón por décadas de presuntos abusos y encubrimientos —se calcula que el número de casos asciende a unos 400— y el arzobispo de Lisboa imploró a los fieles no perder la fe en la Iglesia.

«Confíen en que, de nuestra parte, haremos lo mejor que podamos para defender la ley y el Evangelio», declaró el arzobispo Manuel Clemente después de la misa dominical. Los reflectores cayeron la semana pasada sobre las autoridades eclesiásticas portuguesas, así como el Vaticano, cuando el departamento de combate al abuso sexual de la Santa Sede confirmó una versión de la prensa holandesa de que en el 2020 sancionó en secreto al obispo Carlos Ximenes Belo, venerado líder independentista de Timor Oriental, una antigua colonia portuguesa en Asia oriental. Belo, quien vive en Portugal, ganó el Premio Nobel de la Paz en 1996.

En días recientes se han acumulado otras denuncias contra la Iglesia en Portugal, justo en momentos en que la institución se prepara para el Día Mundial de la Juventud el próximo año en Lisboa. El papa Francisco tiene programada su asistencia al evento, una fecha importante en el calendario católico.

El fiscal general de Portugal le confirmó a The Associated Press el lunes que el presidente de la Conferencia Episcopal del país, el obispo José Ornelas, es investigado por denuncias de que encubrió abusos de abusos de curas en Mozambique, una antigua colonia portuguesa.

Ornelas, que administra el famoso santuario de la Virgen de Fátima, niega haber actuado mal y ha prometido cooperar con la investigación, pero el asunto ha intensificado la presión sobre las autoridades eclesiásticas portuguesas.

Ornelas viajó a Italia el fin de semana para una reunión privada con el papa Francisco en el Vaticano. La Santa Sede no ha dado detalles sobre ese encuentro.

 

El viaje ocurre dos meses después de que el arzobispo de Lisboa, Clemente, fue a ver al pontífice en medio de un diluvio de denuncias de abuso sexual de menores por parte de curas y de encubrimiento por parte de los jerarcas católicos portugueses.

Los escándalos surgen en medio de revelaciones de una comisión laica que investigó casos históricos de abusos sexuales por la Iglesia en Portugal. Desde enero, el panel ha descubierto unos 400 presuntos casos. Hasta ahora, la Iglesia portuguesa había dicho que sabía solo de unos pocos casos.

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