Luego de varios intentos fallidos en los últimos años, el gobierno boliviano propone fabricar pasta dental y otros derivados legales de la coca. Foto La Hora: Juan Karita, Archivo/Ap.

 

Tras varios intentos fallidos en los últimos años, el gobierno de Bolivia se propone fabricar pasta dental y otros derivados lícitos de la hoja de coca en una empresa estatal que se pondrá en marcha a fines de 2023, según un decreto aprobado por el presidente Luis Arce.

La recientemente creada Empresa Pública Productiva de Industrialización de la Hoja de Coca Boliviana (Kokabol) desarrollará «la industria básica de la hoja de coca y dentífrico y otros productos derivados de esa hoja» para uso de la medicina tradicional, con un aporte del Estado de 8,9 millones de dólares.

Este es el quinto intento del gobierno de industrializar la coca de la que Bolivia es el tercer productor mundial después de Colombia y Perú, al igual que cocaína. El mayor impulsor lo dio el expresidente Evo Morales (2006-2019), líder del principal sindicato cocalero desde los años 80 y desde dónde saltó a la política hasta convertirse en el primer presidente indígena y el que más años gobernó Bolivia.

La nueva planta entrará en funcionamiento en un año y medio y creará unos 200 empleos, dijo el viceministro de Desarrollo Productivo Néstor Huanca. «Nuestra hoja de coca tiene más fibra, es rica en vitaminas, tiene 14 alcaloides. La planta desarrollará una química básica e impulsará una investigación de la coca», dijo en entrevista con la televisora ATB.

Ninguna de las plantas industrializadoras de hoja de coca creadas en el gobierno de Morales lograron sobrevivir y competir en el mercado con productos como infusiones, pasta dental, harina e incluso fertilizantes. Tampoco salieron adelante iniciativas privadas de bebidas energizantes o gaseosas frente a productos similares en el mercado, más baratos y de consumo masivo.

En la constitución aprobada por Morales en 2009 la coca fue declarada «patrimonio cultural» y «factor de cohesión social». Según la norma la hoja «en su estado natural no es estupefaciente» y dispone su «revalorización e industrialización».

En Bolivia los indígenas -sobre todo de la región andina- mastican coca desde tiempos ancestrales para combatir el cansancio, el mal de montaña y malestares estomacales. En las ciudades es muy popular el uso en infusiones, pero buena parte de la producción se desvía al narcotráfico, según diversos estudios.

 

Una ley aprobada por Morales permite el cultivo de hasta 20.000 hectáreas de coca para usos tradicionales, pero según un reciente informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por su sigla en inglés) los cultivos se incrementaron de forma ilegal en 15% en 2020 hasta alcanzar una superficie de casi 30.000 hectáreas.

Más de 100.000 personas viven de la coca, cuyo cultivo genera al año entre 365 y 449 millones de dólares, poco más del 1,4% del Producto Interno Bruto, según la UNODC, sin contar la producción de cocaína que sale hacia países vecinos desde donde es exportada a Europa y Estados Unidos.

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