Las autoridades electorales de Colombia cerraron el domingo las urnas a las 16.00 horas (2100 GMT) para iniciar el conteo de votos en la segunda vuelta presidencial en la que el país escoge entre dos candidatos con ideas populistas pero visiones distintas de país: el izquierdista Gustavo Petro y el magnate de bienes raíces Rodolfo Hernández.
La Registraduría dará a conocer los resultados preliminares de la elección con actualizaciones constantes. Sin embargo, la elección se declarará luego del escrutinio que tiene validez jurídica y con el cual se verifica y consolida la votación días después.
Tras la apertura de la votación, el saliente presidente conservador Iván Duque invitó a los colombianos a votar y a confiar en las instituciones “con plena confianza en el veredicto del pueblo”. El gobierno dijo tener información sobre posibles manifestaciones luego del cierre de las urnas a y rechazó de antemano cualquier acto de violencia.
Luego de depositar su voto, el izquierdista Petro invitó a votar masivamente para “derrotar cualquier intento de fraude” y denunció, sin mostrar pruebas, que en algunos puestos de votación entregarían la tarjeta electoral previamente marcada en el voto en blanco para “anular votos que irían por el cambio”.
Durante la campaña, Petro ha cuestionado a la Registraduría, encargada de garantizar la legitimidad de las elecciones, y ha advertido que analizará luego de las votaciones si acepta o no los resultados.
Las palabras de Petro han causado preocupación entre algunos como Gabriel Escobar, un pensionado de 65 años, que madrugó para votar en contra de Petro.
“Si este señor Petro pierde, él va a armar una revuelta como siempre… ojalá no vaya a suceder nada grave”, dijo a The Associated Press luego de sufragar en el norte de Bogotá. Escobar cree que el país necesita un cambio de rumbo, pero uno que no lo “vaya a desbaratar”. Aseguró que el magnate Hernández lo convenció con su propuesta anticorrupción y la posibilidad de que dé “estabilidad económica al país”.
Las encuestas muestran a Petro y al advenedizo Hernández -ambos exalcaldes- prácticamente empatados desde que superaron a otros cuatro candidatos en las elecciones iniciales del 29 de mayo en las que ninguno recibió suficientes votos para ganar, lo que obligó al balotaje.
Unas 39 millones de personas son elegibles para votar en el tercer país más poblado de América Latina, pero el abstencionismo ha estado por encima del 40% en todas las elecciones presidenciales desde 1990.
Ese “cambio” que prometen encarnar no convence a todos. Nataly Amezquita, de 26 años, decidió votar en blanco, aunque sabe que en el balotaje no tendrá efectos reales, pues ganará quien obtenga la mayoría simple. “Ninguno de los dos candidatos me gustan, más allá de las ideas, la forma de ser de una persona va a afectar en cómo van a gobernar… necesito sentirme bien con mi conciencia”, dijo la ingeniera civil a AP.
Los colombianos están votando en medio del descontento generalizado por el aumento de la desigualdad, la inflación y la violencia. El disgusto por las condiciones del país es tal que en la primera vuelta los votantes dieron la espalda a los políticos centristas y derechistas de siempre y eligieron a dos recién llegados a la escena política.
Petro, un senador de 62 años, está en su tercera campaña presidencial. Una victoria de Petro pondría fin a la prolongada marginación de la izquierda por parte de los votantes debido a su asociación percibida con el conflicto armado de la nación. Petro fue una vez un rebelde del ahora desaparecido movimiento M-19 y se le concedió amnistía tras la firma de un acuerdo de paz con el Estado en 1991.
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Petro ha propuesto reformas ambiciosas de pensiones, impuestos, salud y agricultura, y cambios en la forma en que Colombia lucha contra los cárteles de la droga y otros grupos armados. Obtuvo el 40% de los votos en las elecciones del mes pasado y Hernández el 28%, pero la diferencia se redujo rápidamente cuando Hernández comenzó a cosechar los votos antipetristas.
Petro podría convertirse en la última victoria política de izquierda en América Latina alimentada por el deseo de cambio de los votantes. Chile, Perú y Honduras eligieron presidentes de izquierda en 2021, y en Brasil el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva lidera las encuestas para las elecciones presidenciales de este año.
En tanto, Hernández, de 77 años, quien hizo su fortuna en bienes raíces, no está afiliado a ningún partido político importante y ha rechazado las alianzas. Su austera campaña, realizada principalmente en TikTok y otras plataformas de redes sociales, fue autofinanciada.
Sus propuestas se basan en la lucha contra la corrupción, a la que culpa de la pobreza y la pérdida de recursos del Estado que podrían destinarse a programas sociales. Quiere reducir el tamaño del gobierno eliminando varias embajadas y oficinas presidenciales, convertir el palacio presidencial en un museo y reducir el uso de la flota de aviones del Ejecutivo.
Hernández resurgió al final de la campaña de la primera ronda, superando a los candidatos más convencionales y sorprendió a muchos cuando terminó en segundo lugar. Ha enfrentado controversias, como decir que admiraba a Adolf Hitler y luego disculparse diciendo que se refería a Albert Einstein.
Silvia Otero Bahamón, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad del Rosario, dijo que, aunque ambos candidatos son populistas que “tienen una ideología basada en la división entre élite corrupta y pueblo puro”, cada uno ve su lucha contra el establishment de manera diferente.
“Petro se relaciona con los pobres, las minorías étnicas y culturales de las regiones más periféricas de la nación, que por fin son tenidos en cuenta e invitados a participar en la democracia”, explicó Otero. Mientras que el pueblo de Hernández “es más etéreo, son las personas que han sido defraudadas por la politiquería y la corrupción. Es un pueblo más suelto, al que el candidato llega directamente vía redes sociales”.
Las encuestas muestran que la gran mayoría de los colombianos cree que el país va en la dirección equivocada y desaprueba al presidente Duque, quien no era elegible para buscar la reelección. La pandemia retrasó los esfuerzos contra la pobreza del país en al menos una década. Las cifras oficiales muestran que el 39% de los colombianos vivían con menos de 89 dólares al mes el año pasado, una ligera mejora respecto del 42,5% en 2020.
El cambio que se avecina lejos de la política presidencial tradicional ha despertado temores en algunos en este país conservador, en su mayoría católico romano. Muchos basan su decisión en lo que no quieren, en lugar de lo que sí quieren.
“Mucha gente dice ‘no me importa quién esté en contra de Petro, voy a votar por quien represente al otro candidato, sin importar quién sea esa persona’”, dijo Silvana Amaya, analista senior de la firma Control Risks. “Eso también funciona al revés. Rodolfo ha sido retratado como ese viejo loco, genio de la comunicación y de carácter extravagante del que algunos dicen ‘no me importa por quién tengo que votar, pero no quiero que sea mi presidente’”.
Ambos hombres tendrán dificultades para cumplir sus promesas ya que ninguno tiene una mayoría en el Congreso, lo cual es clave para llevar a cabo las reformas.
En recientes elecciones legislativas, el movimiento político de Petro obtuvo 20 escaños en el Senado, una mayoría relativa, pero aún tendría que hacer concesiones en las negociaciones con otros partidos. El movimiento político de Hernández sélo tiene dos congresistas en la Cámara de Representantes, por lo que también tendría que buscar acuerdos con los legisladores, a quienes ha enajenado llamándolos reiteradamente “ladrones”.
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