La caravana de más de 5.000 migrantes que esta semana salió de Tapachula, en la frontera con Guatemala, se fracturó el jueves después de recorrer unos 50 kilómetros, con un grupo que sigue caminando hacia el norte, otro formado sobre todo por mujeres y niños que quedaron rezagados y cientos que intentan conseguir algún documento temporal que les permita moverse sin peligro de ser detenidos.
Junior Ramírez, de Venezuela, y su familia de unas 15 personas estaba entre éstos últimos y esperaban frente a un puesto del Instituto Nacional de Migración que está en las afueras de Huixtla, donde la caravana pernoctó el martes y el miércoles.
«Hasta ahora no nos han dicho si nos lo van a dar o no (documentos), a otros compañeros ya se los dieron y ya se fueron, lo único que queremos es seguir para adelante», dijo Ramirez que pasó la noche del miércoles frente a las instalaciones oficiales esperando su turno.
Según explicó Luis García Villagrán, activista del Centro de Dignificación Humana, que acompaña la caravana, las autoridades están expidiendo documentos que dan a las personas entre 30 y 180 días para salir del país por alguna de las fronteras o para iniciar los trámites de regularización, por ejemplo, pidiendo refugio.
EN REUNIÓN
IGM mencionó que trabaja en la elaboración del mecanismo de búsqueda de migrantes desaparecidos tanto de guatemaltecos como de extranjeros. Aquí más detalles. https://t.co/xLDSGh5wF7
— Diario La Hora (@lahoragt) June 8, 2022
El activista agregó que quienes consiguen esos documentos -que son sólo una especie de registro- suelen apartarse del grupo y seguir por su cuenta el camino hacia el norte ya que, en teoría, con ese papel no deberían ser detenidos. La caravana, la más grande formada este año, está integrada en su mayoría por venezolanos pero también por centroamericanos y caribeños.
Salieron de Tapachula el lunes en protesta por la lentitud de los trámites para poder migrar de forma regular pero también para llamar la atención de los líderes del continente que esta semana se reúnen en Los Ángeles en la Cumbre de las Américas para hablar, entre otros temas, de migración.
Más de 2.000 personas seguían avanzando hacia el norte ante la atenta mirada de las fuerzas de seguridad. En los últimos meses las autoridades mexicanas optaron por desactivar otras caravanas ofreciendo a los migrantes autobuses y la posibilidad de regularizar su situación en otros estados. Frente a las instalaciones de Migración, situadas en plena carretera, una pareja de venezolanos, Josué Mendoza Rojas y Josmar de Nazaret Cárdenas, intentaba decidir qué hacer, si esperar en la Aduana o alcanzar a la caravana hasta el siguiente poblado.
«Está todo congestionado», explicó Mendoza mostrando la confusión que se vivía y cómo los propios migrantes estaban intentando organizarse haciendo listados por su cuenta. «Hay muchas listas, tienen como 40 listas y algunas gentes se están yendo así sin el papel, dicen que van a seguir la marcha», indicó. «Todavía no sabemos qué hacer».
La pareja con su bebé de un año salió hace dos meses de Venezuela. En Tapachula, donde pasaron un mes, pidieron asilo pero les dieron cita para agosto y ante la falta de recursos para esperar decidieron sumarse a la caravana.
El año pasado México batió récords al recibir más de 130.000 solicitudes de asilo, el triple que en 2020 cuando apenas superaron las 40.000, por lo que la oficina que las gestiona está desbordada.
En lo que va de 2022, según cifras oficiales, ya se han recibido casi 50.000 solicitudes, un 20% más que el mismo periodo del año pasado.