Desmond Tutu, el activista sudafricano ganador de un Nobel de la Paz, arzobispo anglicano retirado de Ciudad del Cabo y que luchó por la justicia racial y los derechos LGTB, ha muerto, según anunció el domingo el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa. Tenía 90 años.
Tutu, un enemigo acérrimo del apartheid, el brutal régimen sudafricano de opresión contra la mayoría negra del país, trabajó sin descanso y de forma no violenta por derribar el sistema de segregación.
El alegre y directo clérigo empleó su púlpito como primer obispo negro de Johannesburgo, y después como arzobispo de Ciudad del Cabo, así como frecuentes manifestaciones públicas, para movilizar a la opinión pública contra el racismo dentro y fuera de su país.
La muerte de Tutu el domingo “es otro capítulo de dolor en el adiós de nuestro país a una generación de sudafricanos excepcionales que nos legaron una Sudáfrica liberada”, dijo Ramaphosa en un comunicado.
“Desde la base de la resistencia en Sudáfrica a los púlpitos de las grandes catedrales y templos del mundo, y la prestigiosa ceremonia del Premio Nobel de la Paz, el (arzobispo) se distinguió como un campeón inclusivo (…) de los derechos humanos universales”, añadió el mandatario.
Tutu murió de forma tranquila en el Oasis Frail Care Center de Ciudad del Cabo, según un comunicado publicado el domingo por el Desmond Tutu Trust.
Tutu había sido hospitalizado varias veces desde 2015, después de que se le diagnosticara cáncer de próstata en 1997.
En un gesto muy característico, señaló el comunicado del Tutu Trust, “convirtió su mala fortuna en una oportunidad de enseñanza para concienciar y reducir el sufrimiento de otros”. “Quería que el mundo supiera que tenía cáncer de próstata, y que cuanto antes se detectara, mejores eran las posibilidades de controlarlo”.
En los últimos años, vivió con su esposa, Leah, en una comunidad para jubilados a las afueras de Ciudad del Cabo.
En la década de 1980, cuando Sudáfrica sufría violentas protestas contra el apartheid y un estado de emergencia que daba enormes poderes a policías y militares, Tutu fue uno de los sudafricanos negros en posiciones más destacadas que podían denunciar los abusos.
El afinado ingenio de Tutu aligeraba sus duros mensajes y daba calidez a protestas, funerales y marchas por lo demás sombrías. Bajito, valiente y tenaz, era una fuerza formidable, y los líderes del apartheid aprendieron a no minusvalorar su talento para citar la Biblia para reunir apoyos en favor del cambio.
El Nobel de la Paz que recibió en 1984 le consolidó como uno de los mayores campeones de los derechos humanos en el mundo, una responsabilidad que se tomó en serio durante el resto de su vida.
Con el final del apartheid y las primeras elecciones democráticas de Sudáfrica en 1994, Tutu ensalzó la sociedad multirracial del país, que describió como una “nación arcoíris”, una frase que resumió el optimismo del momento.
Tutu se convirtió en una figura clave en la historia de Sudáfrica, comparable al también ganador del Nobel Nelson Mandela. Mandela fue encarcelado durante el régimen de segregación y se convirtió en el primer presidente negro del país. Ambos compartían un compromiso de construir una Sudáfrica mejor y más igualitaria.
En 1990, tras 27 años fuera de prisión, Mandela pasó su primera noche de libertad en la residencia de Tutu en Ciudad del Cabo. Mandela llamó más tarde a Tutu “el arzobispo del pueblo”.
Cuando asumió la presidencia en 1994, Mandela nombró a Tutu presidente de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, que desveló los abusos del sistema de apartheid.
Tutu hizo campaña a nivel internacional por los derechos humanos, especialmente por los derechos LGTB y el matrimonio homosexual.
“Yo no veneraría a un dios que es homófobo, y eso es lo que creo profundamente sobre esto”, dijo en 2013 para presentar una campaña en defensa de los derechos LGTB en Ciudad del Cabo. “Yo me negaría a un cielo homófobo. No, yo diría ‘Lo siento, preferiría ir al otro sitio’”.
Tutu dijo estar “tan convencido de esta campaña (por los derechos LGTB) como lo estaba sobre el apartheid. Para mí, está al mismo nivel”. Era uno de los líderes religiosos más conocidos que defendía los derechos LGTB. Su postura sobre el tema le enfrentó con muchos en Sudáfrica y otros lugares del continente africano, así como en la Iglesia anglicana.
A Tutu le sobreviven su esposa, con la que estuvo casado 66 años, y sus cuatro hijos.
Cuando se le preguntó cómo querría que le recordaran, dijo a The Associated Press: “Amó. Rio. Lloró. Fue perdonado. Perdonó. Muy privilegiado”.