SANTIAGO / AP
Un candidato ultraderechista y uno izquierdista apoyado por el Partido Comunista competirían por la presidencia de Chile en un balotaje en diciembre, luego de que el domingo ninguno pareciera haber logrado los votos necesarios para ganar en la primera vuelta.
Es la primera vez desde la recuperación de la democracia en 1990 en que los candidatos presidenciales con las mayores preferencias del electorado están más lejos del centro, lo que ha generado inquietud política y económica.
Con un 70% de los sufragios contabilizados, lideraba José Antonio Kast —55 años, abogado ultraderechista partidario de la dictadura militar (1973-1990)— con 28% de los votos y le seguía el izquierdista Gabriel Boric —35 años, un exdirigente estudiantil apoyado por los comunistas— con 25%.
De los siete candidatos que postulan para reemplazar al presidente Sebastián Piñera ninguno obtendría la mitad más uno de los votos necesarios para ganar en la jornada del domingo, lo que llevaría a los dos con más sufragios a una segunda vuelta el 19 de diciembre. En ese escenario, ganaría quien tenga más sufragios.
Luego de que se publicaran los primeros resultados tras el cierre de casillas, Sebastián Sichel, un independiente que representa al oficialismo de centroderecha y que tenía un 12% de las preferencias, dijo que “tengo diferencias programáticas (con Kast), que estoy dispuesto a conversar. No quiero que gane la extrema izquierda”. Yasna Provoste, la candidata de la centroizquierda y que durante la campaña fue muy crítica del programa de Boric, dijo que esperará “qué le va a ofrecer al país”, a diferencia de Álvaro Elizalde, presidente del Partido Socialista que integraba el pacto de Provoste, que exhortó a respaldar al exdirigente universitario.
Entre los chilenos, la incertidumbre era palpable al cierre de la votación. Sergio Expósito, 61 años, ingeniero químico, dijo a The Associated Press que “los extremos son malos. Creo que la gente va a votar en conciencia y a la mayoría no le gustan los extremos”, mientras Antonia Alegría, 18 años, estudiante bioquímica, contó que decidió votar el domingo porque “me da miedo el avance de la ultraderecha y eso ha sido un factor para venir a votar”.
Si los sondeos de días previos fueran acertados, la sucesión del presidente centroderechista Sebastián Piñera se disputaría entre José Antonio Kast y Gabriel Boric. El primero, de 55 años, es un admirador de la dictadura militar (1973-1990) que fue cuatro veces diputado por un partido conservador oficialista. El segundo, de 35 años y egresado de leyes, es un exdirigente de las protestas estudiantiles de 2011.
Kast —que compite por el Frente Social Cristiano, un pacto entre dos partidos conservadores— tuvo que explicar durante su campaña electoral algunas de sus controvertidas propuestas de gobierno, como la que pretende derogar la ley de aborto en tres causales, vigente hace cuatro años, y cavar una zanja en la frontera para impedir la llegada de inmigrantes. “La zanja es para un control fronterizo”, explicó, y dijo que los inmigrantes indocumentados van a ser invitados a salir o sino, “en algún momento les vamos a poner transporte”, para que retornen a su país de origen.
El ultraderechista —que recientemente dijo que no era un candidato “extremo”— promete recuperar el orden público, achicar el Estado con el despido de 20.000 empleados y rebajar impuestos por hasta 8.800 millones de dólares, entre ellos bajar de un 19% a un 17% el impuesto al valor agregado, el que más recauda; de un 27% a un 17% los gravámenes a las empresas; impuesto cero a las pequeñas empresas y rebajas impositivas a quienes ganen entre 400 y 800 dólares mensuales.
Por su parte Boric, que representa a Apruebo Dignidad, una alianza entre el izquierdista Frente Amplio y el Partido Comunista, propone una reforma tributaria para recaudar 8 puntos del PIB, con más impuestos a los súper ricos, a los ingresos mensuales superiores a los 5.400 dólares, “impuestos verdes” y elevar los tributos a la gran minería del cobre, entre otros, así como eliminar las Administradoras de Fondos de Pensiones, (AFP), criticadas transversalmente porque otorgan bajas pensiones.