Los rusos regresaron a trabajar hoy después de una suspensión de nueve días ordenada por las autoridades para controlar un aumento que batió récords de infecciones y muertes de COVID-19.
A pesar de la medida drástica, el conteo diario de casos nuevos y muertes de COVID-19 permaneció elevado durante la pausa. Funcionarios en el Kremlin argumentaron el lunes que era demasiado pronto para saber si la medida había logrado el efecto deseado.
«Es muy pronto para llegar a una conclusión. Estará claro en aproximadamente una semana», dijo a la prensa el vocero del Kremlin Dmitry Peskov.
La comisión especial para el coronavirus de Rusia reportó 39.400 nuevas infecciones y 1.190 muertes el lunes, sólo ligeramente por debajo del récord de 41.335 nuevas infecciones registrado el sábado y el récord de 1.195 muertes reportado el jueves. Hasta el momento, Rusia tiene la tasa de muertes más elevada de Europa y es uno de los cinco países más afectados en el mundo.
La comisión ha reportado unos 40.000 casos nuevos y más de 1.000 muertes nuevas cada día desde finales de octubre.
El mes pasado, el presidente ruso Vladimir Putin ordenó que muchos rusos se quedaran en casa entre el 30 de octubre y el 7 de noviembre. Autorizó que los gobiernos regionales extendieran ese periodo de ser necesario, pero sólo cinco regiones de Rusia lo hicieron.
Otras han limitado la asistencia a lugares públicos, como restaurantes, teatros y cines, para quienes están totalmente vacunados, se han recuperado del COVID-19 en los últimos seis meses o su prueba resultó negativa en las 72 horas previas.
El aumento en infecciones y muertes en Rusia en el otoño sucede entre bajas tasas de vacunación, actitudes del público relajadas en cuanto a tomar precauciones y la resistencia del gobierno de implementar restricciones más estrictas.
Menos del 40% de los casi 146 millones de habitantes de Rusia están totalmente vacunados, incluso aunque Rusia aprobó su propia vacuna contra el COVID-19 meses antes que la mayoría de otros países.