Después de enviar una cifra sin precedentes de aeronaves militares para acosar a Taiwán durante el feriado por el Día Nacional de China, Beijing ha reducido sus tácticas intimidatorias, pero persiste una gran tensión, toda vez que no ha habido cambios ni en el discurso ni en la explicación de los ejercicios militares.
Los expertos coinciden en que un conflicto directo es poco probable en este momento, pero a medida que el futuro del territorio autónomo de Taiwán se convierte en un polvorín, un error o un mal cálculo podrían detonar una confrontación mientras las ambiciones de China y Estados Unidos se contrapongan.
China busca retomar el control de la isla, la cual tiene una gran importancia estratégica y simbólica, mientras que Estados Unidos ve a Taiwán en el contexto de los desafíos más amplios que representa China.
«Desde la perspectiva estadounidense, el concepto de una rivalidad entre grandes potencias con China ha elevado este tema en la agenda», dijo Henry Boyd, un analista de defensa afincado en Gran Bretaña que trabaja para el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS por sus iniciales en inglés).
«La necesidad de enfrentarse a China es un factor motivante suficiente, tanto que no asumir esta pelea también sería percibido como una traición a los intereses nacionales de Estados Unidos».
China asegura que Taiwán le pertenece, y controlar la isla es un componente clave en la mentalidad política y militar de Beijing. El mandatario Xi Jinping enfatizó durante el fin semana que «se debe lograr la reunificación de la nación y definitivamente se logrará», un objetivo que se volvió más realista gracias a los enormes avances en las fuerzas armadas de China durante las últimas dos décadas.
En respuesta, Estados Unidos ha estado aumentando su apoyo a Taiwán y concentrándose cada vez más en la región Indo-Pacífico. El portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, subrayó el martes que el respaldo de Estados Unidos a Taiwán es «fuerte como una roca», asegurando que «también hemos sido muy claros que estamos comprometidos a estrechar nuestros lazos con Taiwán».
Desde hace tiempo, la política de Washington ha sido la de brindar respaldo político y militar a Taiwán, sin prometer explícitamente defenderlo de un ataque chino.
Posiblemente, lo más cerca que han estado ambas partes de un conflicto directo fue en 1996, cuando China, molesta por lo que percibió como un mayor respaldo de Estados Unidos a Taiwán, decidió realizar una exhibición de fuerza con ejercicios militares que incluyeron el lanzamiento de misiles hacia el mar, a unos 30 kilómetros (20 millas) de la costa de Taiwán, antes de la primera elección presidencial popular en Taiwán.
Estados Unidos respondió con su propio despliegue de poderío, enviando a dos grupos de portaviones a la región. En aquel momento, China no tenía portaviones y contaba con recursos limitados para amenazar a las embarcaciones estadounidenses, por lo que dio marcha atrás.
Herida por el incidente, China se embarcó en la misión de transformar radicalmente a sus fuerzas armadas, y 25 años después, ha mejorado significativamente sus defensas de misiles y ha equipado o construido sus propios portaviones.
Un reporte reciente del Departamento de Defensa ante el Congreso destacó que en el año 2000 consideraba que las fuerzas armadas de China eran «de gran tamaño pero en su mayoría arcaicas», pero hoy día es un rival que ya rebasó a la milicia estadounidense en algunas áreas, incluyendo la construcción de barcos, al grado que actualmente posee la Marina más grande del mundo.
Contar el número de barcos no es la mejor forma de comparar capacidades — Estados Unidos tiene 11 portaviones por sólo dos de China, por ejemplo — pero en caso de un conflicto en torno a Taiwán, China sería capaz de desplegar casi la totalidad de sus fuerzas navales, además de contar con misiles antibuque desde tierra para sumarse al conflicto, indicó Boyd, coautor de la valoración global de fuerzas armadas Military Balance para el IISS.
«El concepto chino de operaciones con respecto a Taiwán es que si pueden retrasar la presencia de Estados Unidos en la lucha…, pueden vencer a los taiwaneses antes de que los estadounidenses aparezcan con suficiente fuerza para hacer algo al respecto», dijo.
La estrategia de Taiwán es la misma: retrasar a China lo suficiente como para que Estados Unidos y sus aliados aparezcan con fuerza. Tiene importantes fuerzas militares y la ventaja de luchar en su propio territorio. Un reciente documento político señala también la necesidad de medidas asimétricas, que podrían incluir cosas como ataques con misiles a los depósitos de municiones o combustible de China continental.
La evaluación del departamento de defensa de Taiwán sobre las capacidades de China, presentada al parlamento en agosto y obtenida por The Associated Press, dice que China ya tiene la capacidad de sellar los puertos y aeropuertos de Taiwán, pero que actualmente carece de transporte y apoyo logístico para operaciones de desembarco conjuntas a gran escala, aunque está mejorando día a día.
En una nueva política de orientación estratégica la semana pasada, el secretario de Marina de Estados Unidos, Carlos Del Toro, identificó a China como el desafío «más significativo» a largo plazo.
«Por primera vez en al menos una generación, tenemos un competidor estratégico que posee capacidades navales que rivalizan con las nuestras, y que busca emplear agresivamente sus fuerzas para desafiar los principios, las asociaciones y la prosperidad de Estados Unidos», decía el documento.