La agitación laboral del verano en el sector de alimentos procesados en Estados Unidos se ha extendido al otoño, en el que trabajadores hartos de la pandemia han seguido declarándose en huelga para exigir mejores salarios.
Unos 1.400 empleados de las plantas de cereales de Kellogg Co. en Estados Unidos paralizaron actividades esta semana tras señalar que las negociaciones con la compañía sobre sueldos y prestaciones se habían estancado. En Kentucky, una huelga de 420 trabajadores de Heaven Hill Distillery ya lleva cuatro semanas.
Estos paros laborales siguieron a las huelgas en el verano de 600 trabajadores en las instalaciones de Frito-Lay en Topeka, Kansas, y de 1.000 empleados en las plantas de Nabisco en varias partes de Estados Unidos. En junio, Smtihfield Foods logró evitar por escaso margen una huelga de miles de trabajadores en una planta en Sioux Falls, Dakota del Sur.
El número de huelgas es inusual. Kellogg señala que es la primera vez que sus empleados de procesamiento de cereales en Estados Unidos se declaran en huelga desde 1972. La ocasión anterior en que los trabajadores de Nabisco pararon sus labores fue en 1969.
Pero después de 18 meses difíciles, en los que muchos trabajaron turnos de 12 horas y tiempo extra obligatorio para satisfacer la demanda durante la pandemia, los empleados no tienen ánimo para efectuar concesiones.
«Estamos pintando una raya», dijo Rob Long, mecánico de producción que trabaja desde hace 11 años en la planta de Kellogg en Omaha.
Long señaló que él y otros trabajadores están molestos por un sistema de dos niveles de empleados que le da menos prestaciones y paga a los nuevos, lo que crea una brecha entre el personal. Long señaló que la compañía desea eliminar una disposición que actualmente limita a los trabajadores del nivel inferior a 30% del personal.
Después de décadas de ver a las empresas reducir salarios y prestaciones, los trabajadores del sector de alimentos procesados consideran que tienen una inusual ventaja debido a la pandemia, dijo Patricia Campos Medina, directora ejecutiva del Instituto de los Trabajadores en la escuela de Relaciones Industriales y Laborales en la Universidad Cornell.
La escasez de mano de obra significa que las compañías no pueden sustituir con facilidad a los trabajadores de la producción de alimentos, agregó. Y la pandemia atrajo la atención a la naturaleza esencial y a veces peligrosa de su trabajo.
«Los trabajadores en general están exigiendo a las compañías que inviertan más en la fuerza de trabajo y que no sólo se lleven las ganancias para los accionistas», agregó.