Estados Unidos está en camino de obtener 200 millones de pruebas rápidas de COVID-19 por mes para uso en el hogar a partir de diciembre, cuatro veces más que a principios de año.
La Casa Blanca dice que el aumento se debe a una inversión federal de 1.000 millones de dólares, sumados a los 2.000 millones asignados a mejorar la disponibilidad de pruebas de diagnóstico en septiembre. También se debe a que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) autorizó un nuevo test del laboratorio ACON esta semana.
A más de 18 meses de iniciada la pandemia, Estados Unidos está retrasado con respecto a otros países en la provisión de pruebas para uso en el hogar. En otros países se las usa como parte de las campañas para descubrir casos asintomáticos. Aunque son menos precisas que las pruebas PCR, son más baratas y rápidas, lo que permite la evaluación en serie de escolares, residentes de asilos para ancianos y trabajadores de oficinas.
La Casa Blanca dice que busca duplicar el número de farmacias locales que ofrecerán pruebas gratuitas a 20.000 personas en las próximas semanas para facilitar el acceso.