El encarcelado ex presidente peruano Alberto Fujimori, de 83 años, fue sometido ayer a un procedimiento cardíaco en el que le colocaron dos tubos pequeños dentro de una arteria que tenía obstruida.
Su hija, la ex candidata presidencial Keiko Fujimori, fue quien dio los detalles a periodistas en los exteriores de la clínica privada El Golf. «La intervención ha durado 40 minutos, la parte más importante fue la colocación de los stent que lo que hizo fue abrir la arteria que se encontraba obstruida en un 70%», dijo la excandidata.
El Instituto Nacional Penitenciario dijo antes en un comunicado que geriatras y cardiólogos determinaron que Fujimori (1990-2000) requería «un procedimiento invasivo cardíaco».
Tras la intervención, Fujimori retornará a otra clínica privada llamada Centenario, donde se recuperará antes de ser enviado otra vez a prisión.
Fujimori salió el viernes de una cárcel, donde es el único preso, para recibir tratamiento especializado. Su abogado, César Nakazaki, dijo que fue llevado a una clínica por un «serio problema de saturación de oxígeno, según entiendo, que no superó pese a atención».
No es la primera vez que Fujimori sale de prisión para atenderse en una clínica privada.
El suceso ocurre luego que el gobierno de Perú oficializó un trámite de extradición para solicitar a Chile que Fujimori sea juzgado por otros seis delitos. En 2007 Fujimori fue extraditado desde Chile, donde fue apresado tras llegar desde Japón. En el país asiático Fujimori vivía desde 2000 cuando huyó de Perú en medio de los escándalos de corrupción de su gobierno (1990-2000).
Hace poco el ministro de Justicia, Aníbal Torres, mostró su interés en cambiar de prisión a Fujimori y afirmo que el expresidente está «en una cárcel dorada» en comparación con otros presos. Keiko Fujimori dijo que si se cambia de cárcel a su padre «sería un atentado contra su vida».
El exjefe de espías de Fujimori, Vladimiro Montesinos, fue trasladado de cárcel en agosto, luego de estar preso 20 años en una prisión militar.
Fujimori cumple una condena de 25 años de cárcel por ser el autor intelectual en los asesinatos de 25 peruanos, entre ellos un niño de 8 años, ejecutados por un escuadrón de militares en 1992 que aplicaban métodos de guerra sucia con el conocimiento del entonces presidente para luchar contra los terroristas de Sendero Luminoso.