México celebró ayer una fecha relativamente poco conocida: 200 años de la victoria del movimiento independentista de 1810-1821.
Las conmemoraciones incluyeron un mensaje del Papa Francisco reconociendo los errores de la Iglesia católica al apoyar el antiguo orden.
La mayoría de los mexicanos celebran el aniversario del inicio de la batalla por la independencia, el 16 de septiembre de 1810. Pero, de hecho, ese levantamiento fue en gran medida sofocado por los españoles y sus aliados monárquicos locales, la élite de México en esa época. Los insurgentes siguieron luchando por la independencia en las montañas del sur del país después de 1815.
No fue sino hasta que un gobierno liberal llegó brevemente al poder en España en 1820 que los conservadores y monarquistas en la Ciudad de México decidieron que la independencia era una mejor opción. Así que unieron fuerzas con los insurgentes y entraron a la capital el 27 de septiembre de hace 200 años, en esencia poniéndole fin a la guerra.
Al igual que la victoria independentista en Estados Unidos, donde nació un nuevo país con una mezcla de estados esclavistas y libres, la extraña alianza que obtuvo la libertad de México de España llevaba consigo las semillas de un conflicto que tendría que resolverse en las décadas siguientes.
Para 1820, los liberales en España querían limitar el poder del rey, amenazando con eliminar algunos privilegios del clero y el Ejército de los que disfrutaban las élites mexicanas.
Eso llevó a Agustín de Iturbide y otros oficiales monarquistas a cambiar de bando y unirse a los insurgentes contra los que habían luchado, y formar el Ejército Trigarante que entró a la Ciudad de México en 1821.
El Ejército Trigarante, o de las tres garantías, defendía la independencia de México de España, el establecimiento de la Iglesia católica como la única permitida en el país y la unión de los antiguos enemigos para poner fin a la lucha.
Lo que las élites querían, y por lo que continuaron luchando hasta la década de 1860, era preservar el antiguo orden, sólo que sin la interferencia de los reformadores liberales de España. De hecho, Iturbide fue nombrado emperador del México recién independizado y mantuvo ese título hasta que se estableció la presidencia en 1823.
Pero eso dejó conflictos sin resolver sobre la enorme riqueza y el poder económico de la Iglesia, y si México debería tener un rey o no. Esos conflictos llevarían a la Guerra de Reforma de la década de 1850 y a la invasión francesa de la de 1860 que estableció el breve reinado del emperador Maximiliano.
Antes de la confiscación de las tierras de la Iglesia en México, el clero controlaba gran parte de éstas a perpetuidad y estaba exento de impuestos, y los conservadores intentaron defender esos privilegios.
El papa Francisco envió un mensaje a los obispos de México para conmemorar la ocasión, diciendo que «para fortalecer las raíces es preciso hacer una relectura del pasado, teniendo en cuenta tanto las luces como las sombras que han forjado la historia del país… es decir, reconocer los errores cometidos en el pasado que han sido muy dolorosos».
«Por eso, en diversas ocasiones, tanto mis antecesores como yo mismo, hemos pedido perdón por los pecados personales y sociales, por todas las acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización», escribió el pontífice.
«Pero no evocamos los dolores del pasado para quedarnos ahí, sino para aprender de ellos y seguir dando pasos en vistas a sanar las heridas, a cultivar un diálogo abierto y respetuoso entre las diferencias, y a construir la tan anhelada fraternidad, priorizando el bien común por encima de intereses particulares, las tensiones y los conflictos», agregó.
Esto contrasta con la posición de España de negarse a disculparse con México por la brutalidad, las muertes y la explotación durante el período colonial.
Una ceremonia nocturna realizada en el Zócalo, la plaza central de la Ciudad de México incluyó una representación del ingreso de las tropas independentistas a la capital mexicana.
El presidente estadounidense Joe Biden envió un mensaje grabado en el que señaló que «Estados Unidos no tiene un amigo más cercano que México».
«A lo largo de nuestra historia hemos aprendido que somos más fuertes cuando estamos juntos como vecinos, aliados y amigos», declaró Biden.