Los hospitales y las residencias de ancianos de todo Estados Unidos se preparan para una mayor escasez de personal a medida que se cumplen los plazos de los estados para que los trabajadores del sector Salud se vacunen contra el COVID-19.
Algunos ultimátums expiran esta semana en estados como Nueva York, California, Rhode Island y Connecticut, y se teme que algunos empleados renuncien o se dejen despedir o suspender antes que vacunarse.
«No sabemos cómo se va a desarrollar esto. Nos preocupa que se exacerbe un problema de personal que ya es bastante grave», dijo el portavoz de la Asociación de Hospitales de California, Jan Emerson-Shea, y añadió que la organización apoya «completamente» el requisito de vacunación del estado.
Los empleados de los servicios de salud de Nueva York tenían hasta el final del lunes para recibir al menos una dosis, pero algunos hospitales ya habían empezado a suspender o a tomar otras medidas contra los que no se habían vacunado.
El hospital Erie County Medical Center Corporation, de Búfalo, dijo que alrededor del 5% de su personal hospitalario ha sido suspendido sin paga por no estar vacunado, junto con el 20% del personal de su hogar de ancianos.
Y el mayor proveedor de atención médica del estado, Northwell Health, dijo que ha comenzado a retirar a los trabajadores no vacunados de su sistema, aunque afirmó que casi 100% de su personal está vacunado.
«A aquellos que aún no han tomado esa decisión, por favor, hagan lo correcto», dijo la gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul.
Algunos hospitales neoyorquinos prepararon planes de contingencia que incluían el recorte de servicios no críticos y la limitación de ingresos en residencias de ancianos. La gobernadora también elaboró planes para convocar la ayuda de miembros de la Guardia Nacional con formación médica, y de trabajadores jubilados o vacunados de fuera del estado.
Alrededor de una docena de estados tienen mandatos de vacunación que cubren a los trabajadores de hospitales, de asilos o ambos.
Algunos permiten excepciones por motivos médicos o religiosos, pero esos empleados deben someterse a pruebas periódicas de COVID-19.
Los estados que han establecido este tipo de requisitos tienden a tener altas tasas de vacunación. Las tasas más altas se concentran en el noreste, y las más bajas en el sureste y el centro-norte.
El gobierno de Biden también exigirá que los cerca de 17 millones de trabajadores de centros de salud que reciben Medicare o Medicaid federal estén vacunados por completo conforme a una norma que aún se está elaborando.
Esto ha preocupado a algunos directivos de hospitales, en especial en las comunidades rurales, donde las tasas de vacunación tienden a ser más bajas.
«Estamos viendo la necesidad de reasignar personal, en algunos casos sólo para mantener los servicios que son esenciales, y habrá algunos retrasos» en la atención, dijo Troy Bruntz, presidente y director general del Community Hospital en McCook, Nebraska.
Señaló que 25 de los 330 empleados del hospital dijeron que renunciarían sin duda si se les exigiera la vacunación. El resto de los cerca de 100 empleados no vacunados -un grupo que incluye a enfermeras y al personal de limpieza y mantenimiento- no se han decidido.
También le preocupa que sea difícil contratar nuevos trabajadores cuando el hospital ya está escaso de personal.
«No nos hace sentir seguros de que esto no va a convertirse en algo parecido a una pesadilla para la atención médica estadounidense», dijo.
Muchos hospitales y residencias de ancianos ya están sufriendo escasez de personal porque muchas enfermeras y otras profesionales han renunciado a causa del agotamiento relacionado con la pandemia o se han marchado en busca de trabajos más rentables viajando de un estado a otro.