Un volcán en la isla española de La Palma, que ha sepultado más de 500 construcciones y desplazado a unas 6,000 personas desde que hizo erupción la semana pasada, disminuyó su actividad hoy. Sin embargo, los científicos señalaron que era demasiado pronto para dar por terminada la fase eruptiva y las autoridades pidieron a los habitantes permanecer bajo techo para no inhalar las peligrosas emisiones de la lava cayendo al mar.
La columna de ceniza que emergía del respiradero principal que se abrió el 19 de septiembre se detuvo el lunes temprano, según imágenes en vivo de la cordillera Cumbre Vieja transmitidas por la televisión pública de Canarias. Pero la columna de ceniza y material volcánico regresó después de una pausa de dos horas.
«Parece que el volcán de La Palma ha entrado en una fase de menor actividad», indicó en un tuit el Instituto de Geociencias, con sede en Madrid. «Veremos cómo evoluciona en las próximas horas».
El Instituto de Volcanología de Canarias, Involcan, publicó gráficos que mostraban un brusco descenso de la actividad sísmica en la zona.
«En las últimas horas el tremor volcánico ha casi desaparecido, así como la actividad explosiva estromboliana», señaló Involcan en Twitter.
Sin embargo, los expertos seguían en alerta porque el enjambre sísmico, que precedió y acompañó a la primera erupción volcánica en tierra registrada en España en medio siglo, se había desplazado al sur de la isla, con un aumento de la actividad en la zona de Fuencaliente, según el Instituto Geográfico Nacional.
«Que el volcán esté ahora menos activo no significa que no pueda cambiar», dijo Stravros Meletlidis, investigador del Instituto Geográfico Nacional, a la televisora Antena 3.
Entre tanto, las autoridades en la isla advirtieron a los residentes de cuatro poblaciones que permanecieran a cubierto para evitar los gases tóxicos que podrían liberarse cuando la lava, que está a más de 1,000 grados Celsius (1,830 grados Fahrenheit) llegue a las aguas del Atlántico, que rondan los 20 grados Celsius.
El choque térmico produce nubes de vapor de agua con ácido clorhídrico y pequeñas partículas de vidrio volcánico que pueden provocar irritaciones en la piel, los ojos y el sistema respiratorio, según los científicos.
Los vecinos de San Borondón, Marina Alta, Marina Baja y La Condesa recibieron instrucciones de permanecer en interiores, con puertas y ventanas cerradas.
La velocidad de las coladas de lava ha aumentado desde el domingo, cuando lava más fluida empezó a bajar por una ladera empinada hacia los acantilados costeros. La colada estaba a unos 800 metros del mar el lunes por la mañana, según las autoridades.
La lava ha cubierto más de 230 hectáreas y destruido unos 18 kilómetros de carreteras, según Copernicus, el sistema de monitoreo por satélite de la Unión Europea. La roca fundida ha destruido viviendas, escuelas, iglesias y centros de salud, así como infraestructuras de regadío para las plantaciones de plátanos de la isla, que proporcionan un tercio de los empleos.
No se han reportado muertes ni lesiones graves en la erupción volcánica.
La Palma, que tiene unos 85,000 habitantes, forma parte del archipiélago volcánico de Islas Canarias, situado al noroeste de la costa continental africana. La isla mide unos 35 kilómetros (22 millas) de largo y 20 kilómetros (12 millas) de ancho en su punto más amplio.