Gran Bretaña anunció hoy una demora en el inicio de los controles fronterizos a las importaciones de alimentos desde la Unión Europea tras el Brexit porque las alteraciones comerciales provocadas por el coronavirus ya elevaron la presión sobre las empresas.
El retraso supone que los controles a los productos agrícolas y animales procedentes de la UE que debían comenzar en octubre no lo harán hasta el próximo año.
Según las autoridades británicas, el «nuevo calendario pragmático» aliviará la presión sobre los negocios que ya enfrentan alteraciones en la cadena de distribución derivados de la pandemia. Las declaraciones y controles aduaneros comenzarán el 1 de enero, pero las declaraciones de seguridad no se exigirán hasta el 1 de julio, agregaron.
«Queremos que las empresas se centren en su recuperación de la pandemia en lugar de tener que lidiar con nuevos requisitos en la frontera», afirmó el ministro del Brexit, David Frost.
La pandemia «ha tenido un impacto más duradero en las empresas, tanto en Gran Bretaña como en la Unión Europea, de lo que muchos observadores esperaban», agregó.
«También hay presiones en las cadenas de suministro mundiales, provocadas por un amplio rango de factores incluyendo la pandemia y el incremento de los costos del transporte de mercancías global. Estas presiones se notan especialmente en el sector agroalimentario», dijo Frost.
Gran Bretaña ha experimentado problemas de suministro esporádicos aunque generalizados en los últimos meses, con estanterías de supermercados vacías, falta de pollo en cadenas de comida chatarra y pubs sin poder ofrecer toda su carta de cervezas. Los expertos los achacan a una tormenta perfecta de factores, incluyendo el Brexit y el COVID-19, lo que provoca una escasez de trabajadores en áreas clave como el transporte por carretera.
Desde que Gran Bretaña abandonó el mercado único europeo a finales de 2020, las importaciones desde el bloque están sujetas a los mismos controles que los productos que llegan de otras partes del mundo.
Esta es la segunda vez que las autoridades británicas demoran la aplicación de algunos de los controles contemplados en su acuerdo de divorcio con la Unión Europea. También se han suspendido indefinidamente los controles a los alimentos que llegan a Irlanda del Norte desde el resto del país. Esto ha provocado un choque con la UE, que amenazó con emprender acciones legales. Las conversaciones entre Londres y Bruselas para tratar de zanjar las diferencias acerca de las normas comerciales han arrojado pocos avances.