Miles de personas, en su mayoría jóvenes comunistas, marcharon ayer por el Malecón de La Habana en apoyo a la revolución en coincidencia con el 27 aniversario de las primeras manifestaciones antigubernamentales desarticuladas por el entonces presidente Fidel Castro y cuando aún resuenan las protestas de mediados de julio que sacudieron a la isla.
Aunque la fecha no suele ser conmemorada particularmente, las protestas del mes pasado en rechazo a la escasez de bienes básicos, los cortes de luz y en reclamo hasta de un cambio de modelo político, incentivaron la demostración de fuerza progubernamental.
Desde la mañana en bicicletas, carros a caballo, taxis, motos y hasta un karting los simpatizantes del gobierno avanzaron por los ocho kilómetros de la avenida costanera portando banderas cubanas, sonando bocinas y dando vítores a los dirigentes Raúl y Fidel Castro y al presidente Miguel Díaz-Canel.
«Cuba es una revolución socialista y humilde. Al final lo que se está haciendo aquí es por el bien de todos los jóvenes», dijo a The Associated Press Abril Fajardo, una empleada de 28 años, mientras agitaba la bandera azul, blanca y roja de la isla.
«Vamos a marchar por la revolución, el fin del bloqueo (el embargo estadounidense) y en agradecimiento a todos los países que han colaborado con nosotros», expresó Gerardo Hernández, un bicitaxista de 52 años, en alusión a las donaciones para enfrentar la crisis que atraviesa la isla.
Unos metros más allá el estudiante de medicina de 29 años Pablo Mateo González relató su admiración por la forma en que el fallecido Castro manejó a la multitud aquel 5 de agosto de 1994 en lo que consideró una «victoria popular». «Estamos aquí ratificando nuestro compromiso», comentó a la AP.
Aquel día, en medio del desajuste económico derivado de la caída de la Unión Soviética y bajo la presión de una incipiente crisis migratoria, miles de cubanos se lanzaron al Malecón dando gritos contra el gobierno al tiempo que se corría el rumor de que barcos desde Miami entrarían en las aguas territoriales y llegarían a buscar a quienes quisieran irse a Estados Unidos.
Hubo cristales rotos y piedras contra la policía que la víspera había abortado el secuestro de una lancha antes de que Castro en persona apareciera en el Malecón y aplacara a la multitud. Una semana después las autoridades anunciaron que las fronteras estaban abiertas para quien quisiera irse dando lugar a la llamada Crisis de los Balseros –34,000 personas salieron en un mes– que obligó al gobierno del entonces presidente estadounidense Bill Clinton a firmar un acuerdo migratorio.
Las manifestaciones callejeras contra el gobierno, más allá de esporádicas y pequeñas protestas de disidentes, no se habían producido desde 1994 hasta el 11 y 12 de julio pasado cuando en medio de la tensa situación financiera provocada por la mezcla de las sanciones económicas de Washington que asfixian a la isla y la pandemia, miles salieron a protestar en varios puntos del país.
Desde entonces no se produjeron más marchas antigubernamentales, algunas de las cuales habían terminado en actos vandálicos.
El gobierno cubano responsabilizó a Estados Unidos y a grupos de interés de usar las redes sociales para atizar las protestas.
Un número no determinado de personas fueron arrestadas –algunas de manera violenta, constató la AP–. La organización no gubernamental Human Rights Watch estimó en 600 las detenciones. A algunos manifestantes, entre ellos artistas jóvenes que alegaron que su protesta era pacífica y fueron sentenciados en juicios sumarios por desorden público, se los liberó en espera de los procesos de apelación.
El jueves el portal oficial Cubadebate informó que hasta la fecha 62 personas «relacionadas con los sucesos del 11 de julio» han sido juzgados. Según el magistrado del Tribunal Supremo, Joselín Sánchez, los delitos fueron desorden público, desacato, resistencia, instigación a delinquir y daño.
Por su parte, la fiscalía general de la República informó que había atendido a 215 personas que establecieron 47 reclamos para familiares por los arrestos, la forma en que se los detuvo o irregularidades en el proceso.