Un avión C-130 de la fuerza aérea filipina que transportaba tropas asignadas para combatir a milicianos musulmanes se estrelló y prendió en llamas cuando intentaba aterrizar. Al menos 42 militares a bordo y tres civiles en tierra murieron en uno de los peores desastres en la historia de la fuerza aérea.
Por lo menos 49 soldados fueron rescatados con lesiones y sobrevivieron al ardiente accidente en una zona de cocoteros en la periferia del aeropuerto de Jolo, en la provincia Sulu, incluida una persona que intentó brincar de la aeronave antes de que estallara y terminara cubierta en llamas, informaron funcionarios del ejército. Tres de los seis aldeanos que fueron alcanzados por la aeronave en el suelo fallecieron.
En la aeronave viajaban 96 personas, incluidos tres pilotos y cinco tripulantes. El resto eran personal militar. Los pilotos sobrevivieron, aunque con lesiones graves. Los militares dijeron que cinco soldados seguían desaparecidos al anochecer.
El avión C-130 Hercules de Lockheed fue uno de dos antiguos aviones de la Fuerza Aérea estadounidense entregados el año pasado a Filipinas como asistencia militar.
Inicialmente, la aeronave despegó de Manila con sólo unos cuantos pasajeros a bordo, incluido el general del ejército de dos estrellas, Romeo Brawner Jr., quien descendió con su esposa y tres hijos en la ciudad Cagayán de Oro, en donde el lunes tiene programado ocupar el puesto de comandante militar regional. Las tropas subieron al C-130 en Cagayán de Oro para dirigirse a Sulu.
Brawner estaba impactado cuando se enteró que el avión en el que acababa de viajar se estrelló. «Estamos muy agradecidos de haber sobrevivido, pero extremadamente tristes de que tantos perdieran la vida», dijo a The Associated Press.
Las autoridades dijeron que el personal lesionado fue transportado a un hospital en Sulu o a la cercana ciudad de Zamboanga y que las tropas seguían buscando a los desaparecidos. «Según los testigos, se vio a varios soldados saltando de la aeronave antes de que golpeara la tierra, lo que les libró de la explosión provocada por el choque», afirmó un comunicado militar.
Las imágenes iniciales publicadas por los militares mostraron la sección de cola del avión de carga relativamente intacta. Las otras partes del avión lucían quemadas o esparcidas en pedazos en un claro rodeado de cocoteros. Se vio a soldados y otros rescatistas con camillas corriendo hacia y desde el lugar del accidente envuelto en humo.
El avión transportaba soldados, muchos de los cuales habían recibido sólo un entrenamiento básico, desde la ciudad sureña de Cagayán de Oro, dijeron los militares.
«Se suponía que se unirían a nosotros en nuestra lucha contra el terrorismo», dijo el comandante militar de Sulu, mayor general William Gonzales. Las fuerzas del gobierno combaten desde hace décadas contra milicianos del grupo Abu Sayyaf en la provincia de Sulu, de mayoría musulmana.
En un primer momento no estaba claro qué había provocado el siniestro. El comandante militar regional, el teniente general Corleto Vinluan, dijo que era poco probable que la aeronave recibiera fuego hostil y citó a testigos que dijeron que parecía haber sobrepasado la pista y antes de estrellarse en la periferia del aeropuerto.
El jefe del Estado Mayor Conjunto, general Cirilito Sobejana, dijo a la prensa que «el avión erró la pista de aterrizaje e intentó recuperar fuerza, pero no lo logró y se impactó».
Un funcionario de la fuerza aérea dijo a The Associated Press que la pista de aterrizaje de Jolo es más corta que la mayoría en el país, lo que dificulta a los pilotos maniobrar si una aeronave falla el punto de contacto para el aterrizaje. El oficial, quien ha volado aeronaves militares desde y hacia Jolo varias veces, habló bajo condición de anonimato porque no estaba autorizado para hacerlo públicamente.
En las primeras imágenes del lugar del accidente aparentemente se apreciaba un cielo despejado en Sulu, aunque otras partes de Filipinas han registrado lluvias a causa de una depresión tropical. El aeropuerto de la localidad principal de Sulu, Jolo, se encuentra a unos pocos kilómetros (millas) de una zona montañosa donde las tropas combaten contra Abu Sayyaf. Algunos milicianos se han declarado seguidores del grupo extremista Estado Islámico.
Estados Unidos y Filipinas consideran a Abu Sayyaf como organización terrorista por ataques con bombas, secuestros a cambio de dinero y decapitaciones. El grupo se ha visto muy debilitado por años de ofensivas del gobierno, pero sigue siendo una amenaza.