Etiopía declaró ayer una tregua unilateral e inmediata en su región de Tigray tras una ofensiva de casi ocho meses que dejó a cientos de miles de personas en la peor hambruna vista en casi una década.
La guerra desestabilizó al segundo país más poblado del continente y amenazó con extenderse a todo el Cuerno de África, donde Etiopía es considerada un aliado clave de Occidente.
Ocurre además en momentos en que Etiopía aguarda los resultados de las elecciones calificadas por el primer ministro Abiy Ahmed como parte esencial de las reformas que le granjearon el Premio Nobel de la Paz en 2019.
El vuelco de Abiy de la paz hacia la guerra disgustó a muchos observadores desde que estalló el conflicto en Tigray en noviembre. Desde entonces ha sido difícil acceder a la región e investigar reportes de atrocidades como violaciones masivas y hambruna forzada.
El comunicado del gobierno etíope fue transmitido por la prensa estatal poco después de que la administración interina de Tigray, designada por la autoridad central, huyó de la capital regional Mekele y pidió una tregua inmediata por motivos humanitarios. Entretanto, los habitantes de Mekele festejaron la llegada de fuerzas de Tigray.
La tregua «permitirá a los campesinos arar sus tierras, a los grupos de ayuda operar sin interferencia militar y dialogar con los remanentes de (el antiguo partido gobernante de Tigray) que deseen la paz», indicó el gobierno etíope en su comunicado.
Añadió, sin embargo, que continuarán los intentos de llevar a justicia a los exgobernantes de Tigray.
Etiopía afirmó que la tregua durará por lo menos hasta el fin de la temporada de siembra en Tigray, es decir, en septiembre. El gobierno ordenó a todas las fuerzas federales y regionales a respetar el cese del fuego, algo crucial ya que han proliferado denuncias de que combatientes oficialistas y de la vecina región Amhara han cometido atrocidades en el oeste de Tigray.
«El gobierno tiene la responsabilidad de hallarle solución política a la crisis» manifestó el titular de la administración interina, Abraham Belay, al declararse a favor de la tregua, añadiendo que elementos del antiguo partido oficialista de Tigray están dispuestos a dialogar con el gobierno federal.
No hubo reacción inmediata de los combatientes de Tigray, con los cuales hasta ahora el gobierno etíope se niega a dialogar. Tampoco hubo reacción de la vecina Eritrea, cuyos soldados han sido acusados de atrocidades.
Miles de personas han muerto en el conflicto en el que Etiopía y fuerzas aliadas han estado persiguiendo a los antiguos líderes de Tigray y sus partidarios, y en momentos en grupos humanitarios han pedido que se les dé acceso a la zona de 6 millones de habitantes.