Miles de personas en Madrid pidieron ayer la renuncia del gobierno español por su plan para indultar a una docena de líderes independentistas catalanes condenados por su papel en el mayor desafío a la unidad del país en la historia reciente.
La movilización en la capital de España ha sido la más grande hasta la fecha contra el gobierno de coalición de izquierda encabezado por el socialista Pedro Sánchez. El grupo civil que convocó la manifestación en defensa de la unidad del país escogió una plaza en el centro de la capital que se ha convertido en un símbolo de marchas políticas de ultraderecha.
«¿Dónde se ha visto, amigos, un gobierno que premia a los enemigos declarados de su nación?», dijo Rosa Díez, responsable de la plataforma Unión ’78 por la unidad de España.
Líderes de partidos de oposición, desde centro hasta la ultraderecha, se sumaron a la protesta en la Plaza de Colón, donde ondea una de las banderas de España más grandes del país.
Sánchez no ha firmado los indultos para los 12 políticos y activistas civiles que impulsaron un referendo ilegal en octubre de 2017 sobre la independencia de la región nororiental de Cataluña, y después declararon la independencia en función de sus resultados. Los que se oponían a la secesión boicotearon la votación.
Sánchez ha defendido los posibles indultos como una forma de acercar a catalanes y españoles tras las divisivas condenas que encarcelaron a 9 de 12 de líderes secesionistas. Cientos de funcionarios y activistas también han sido procesados judicialmente.
El Tribunal Supremo también se opone a los indultos y ha dicho que los procesados no han dado «la más mínima prueba o indicio de arrepentimiento».
El mandatario también ha recibido críticas de su propio partido, donde la iniciativa se ve como una arriesgada apuesta política. Aunque más del 60% de los españoles se opone a los indultos y apenas el 29.5% los respalda, según un sondeo reciente del diario El Mundo, las encuestas en Cataluña muestran un apoyo de entre 60% y 70%.
Las voces críticas afirman que los separatistas no han mostrado ningún arrepentimiento en su desafío a la Constitución española y que Sánchez está haciendo concesiones a cambio de obtener apoyo de los independentistas en el Parlamento nacional.
En sus comentarios más recientes al respecto, Sánchez dijo: «Comprendo que pueda haber ciudadanos que tengan reparos sobre esta decisión que puede tomar el gobierno de España, reparos sobre la posibilidad de dar indultos a los presos catalanes».
«Pero la sociedad española tiene que transitar de un mal pasado a un futuro mejor y eso implica también magnanimidad», agregó el mandatario.
Las tensiones en torno a la secesión alcanzaron su punto más alto hace una década en medio de la crisis económica de crisis económica mundial y el descontento por la oposición del gobierno español a conceder más autonomía a Cataluña, con 7,5 millones de habitantes y que tiene su propio idioma.
La cuestión también ha dominado el debate político en el plano nacional y contribuido al auge del partido nacionalista español Vox, que se ha convertido en la tercera fuerza política en el Congreso de los Diputados.
«No vamos a permitir que Sánchez ataque a la justicia, a la soberanía, la unidad nacional y a la igualdad de los españoles por un puñado de votos», expresó Pablo Casado, líder del Partido Popular.
Un cartel en la marcha del domingo pintada de un mar de banderas españolas decía: «No son indultos, es chantaje».