España desplegó al Ejército en la frontera con Marruecos hoy luego que miles de migrantes aprovecharon la relajación de los controles fronterizos en el país norteafricano para cruzar a nado o en balsas neumáticas a suelo europeo.
Las imágenes en vivo emitidas por la televisora pública TVE mostraron dramáticas escenas de soldados con niños en brazos y efectivos de la Cruz Roja ayudando a los migrantes que salían del mar exhaustos y helados. Una mujer yacía inconsciente en la arena hasta que la sacaron de la playa en una camilla.
La repentina llegada de migrantes ha agravado la disputa diplomática entre Rabat y Madrid y provocó una crisis humanitaria en Ceuta, un enclave con 85 mil habitantes que está entre el Mar Mediterráneo y Marruecos, del que lo separa una doble cerca de 10 metros (32 pies) de alto.
El presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez, canceló un viaje a París, donde debía asistir a una cumbre de ayuda internacional a África, para centrarse en la crisis con Marruecos.
Hasta el martes por la mañana, unas 6.000 personas, de las cuales se cree que 1.500 son adolescentes, habían cruzado la frontera de la ciudad española desde la madrugada del lunes, cuando se registraron las primeras llegadas, explicó el gobierno español. Los cruces parecen haberse ralentizado desde la llegada de más soldados y policías a la frontera.
«Es una invasión tan fuerte que no somos capaces de calcular el número de personas que han entrado», dijo Juan Jesús Vivas, presidente de la ciudad autónoma en declaraciones a la emisora de radio Cadena Ser. Ceuta tiene apenas 20 kilómetros cuadrados (7,7 millas cuadradas).
«El ejército está en la frontera cumpliendo una función disuasoria, pero hay una gran cantidad de personas en el lado marroquí esperando a entrar», añadió.
Un joven se ahogó ayer y docenas de personas fueron atendidas por hipotermia. Los adultos que llegan a suelo español están siendo trasladados al estadio de fútbol de la ciudad antes de ser deportados a Marruecos, mientras que los que se considera que son menores son enviados a albergues gestionados por Cruz Roja y otras ONGs.
Varios vehículos blindados militares estaban estacionados el martes en la playa ceutí de Tarajal, donde la valla fronteriza llega a un pequeño rompeolas que se adentra en el mar.
En un video compartido por un sindicato policial para pedir más refuerzos a las autoridades, agentes antimotines se protegían con sus escudos de las piedras que les arrojaban desde el otro lado de la cerca.
La responsable de la política migratoria de la Unión Europea, la comisaria Ylva Johansson, describió los incidentes como «preocupantes» y dijo que pidió a Marruecos que impida las salidas.
«Lo más importante ahora es que Marruecos siga comprometiéndose a prevenir las salidas irregulares, y que aquellos que no tienen derecho a quedarse sean devueltos de manera ordenada y efectiva», dijo Johansson en el Parlamento Europeo.
«Las fronteras españolas son fronteras europeas. La Unión Europea quiere construir una relación con Marruecos basada en la confianza y en compromisos compartidos. La migración es un elemento clave en esto», agregó.
Las autoridades marroquíes no han comentado la situación ni han respondido a las preguntas de The Associated Press.
Marruecos suavizó la vigilancia fronteriza después de que España permitió la entrada, por motivos médicos, del líder de un grupo insurgente que lucha por la independencia del Sahara Occidental. Marruecos se anexionó ese territorio en 1975.
El Ministerio de Exteriores marroquí había dicho que la decisión de Madrid de atender a Brahim Ghali, líder del Frente Polisario, era «incompatible con el espíritu de colaboración y buena vecindad» y prometió que habría «consecuencias».
Vivas, el conservador presidente de Ceuta, dijo que los residentes estaban en un estado «de angustia, de inquietud, de miedo» y relacionó las repentinas llegadas masivas con la decisión de España de recibir a Ghali.
Sin embargo, el gobierno español rechaza oficialmente la idea de que Marruecos esté castigando al país por su acción humanitaria.
«No concibo que poner en riesgo la vida de jóvenes y de menores sea como respuesta a una cuestión humanitaria. Sencillamente, no lo concibo», afirmó la ministra de Exteriores española, Arancha González Laya, en una radio el lunes en la noche.
La oficina de Sánchez dijo que el gobierno está apoyando a los ceutíes «para velar por su seguridad y garantizar el orden público bajo cualquier circunstancia».
«Mi prioridad en este momento es devolver la normalidad a Ceuta», escribió Sánchez en Twitter. «Sus ciudadanos y ciudadanas deben saber que cuentan con el apoyo absoluto del Gobierno de España y la máxima firmeza para velar por su seguridad y defender su integridad como parte del país ante cualquier desafío».
El ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, dijo que hasta el mediodía del martes se había procesado la deportación de 2.700 migrantes, y que el resto seguirían sus pasos pronto porque los dos países tienen desde hace tres décadas un acuerdo para la devolución de todos los que lleguen a nado al territorio.
Muchos migrantes ven a Ceuta y Melilla —otro enclave español cercano— como una vía de entrada a Europa. En 2020, 2.228 personas eligieron ingresar a los dos enclaves por mar o por tierra, a menudo arriesgándose a sufrir lesiones o morir. El año anterior, se batió el récord con 7.899, según el Ministerio del Interior de España.
El martes, otros 80 africanos cruzaron a Melilla, a 350 kilómetros (218 millas) al este de Ceuta, luego de saltar la doble valla.
Marruecos obtuvo una victoria diplomática el año pasado cuando el gobierno del entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reconoció la soberanía de Rabat sobre el disputado Sahara Occidental para allanar el camino para normalizar las relaciones entre Israel y Marruecos