El estado de Nueva York anunció oficialmente el miércoles el cese de la obligación de usar mascarilla en espacios cerrados, especialmente en comercios, restaurantes y empresas.
La gobernadora Kathy Hochul informó que la medida que estableció esa obligatoriedad no será renovada cuando expire, el jueves.
Indicó que en adelante serán las ciudades o empresas las que determinen si es preciso el uso de ese recurso contra el COVID-19 en lugares cerrados.
La obligación de llevar mascarillas se mantendrá, sin embargo, en las escuelas hasta marzo y serán los municipios y los comercios quienes determinarán luego si la exigirán a sus administrados y clientes, dijo Hochul ante la prensa.
We are not where we were in early December. New Yorkers did the right thing to get through the winter surge, and we can now lift the statewide mask-or-vaccine requirement for indoor businesses starting tomorrow.
Counties, cities and businesses can still choose to require masks. pic.twitter.com/jqFhBfRuTh
— Kathy Hochul (@GovKathyHochul) February 9, 2022
A pesar de que el estado y la megalópolis de Nueva York fueron el epicentro de la pandemia en 2020, con al menos 38.000 muertes en dos años solo en la ciudad, Hochul dijo que hoy todos los indicadores de salud están «a la baja».
El estado de Nueva York se ha sumado a otros liderados por el Partido Demócrata que han anunciado medidas idénticas de abandono de la obligatoriedad de la mascarilla desde el lunes, como California, Nueva Jersey o incluso Connecticut.
El uso de mascarillas para prevenir el contagio por COVID-19 es un marcador político muy fuerte en Estados Unidos, donde la obligación de cubrirse el rostro es considerada una violación de las libertades individuales por gran parte de la derecha y del Partido Republicano.
Nunca una medida de ese tipo ha estado vigente en estados gobernados por republicanos, como Florida o Texas.
Los contagios por covid están en caída libre Estados Unidos, con poco menos de 250.000 casos diarios en promedio durante siete días consecutivos, según las autoridades sanitarias, lejos del pico de 800.000 casos alcanzado a mediados de enero.
Sin embargo, el 4 de febrero el país cruzó el listón de las 900.000 muertes por COVID-19 en casi dos años, según la Universidad Johns Hopkins.