
Las alfombras, el incienso y la devoción se entremezclan durante la Semana Santa, en un tiempo en el que los cortejos procesionales iluminan con devoción y fe las calles principales de la Ciudad de Guatemala de la Asunción y La Antigua Guatemala.
Las alfombras, el incienso y la devoción se entremezclan durante la Semana Santa, en un tiempo en el que los cortejos procesionales iluminan con devoción y fe las calles principales de la Ciudad de Guatemala de la Asunción y La Antigua Guatemala.
Hablar de Jesús de Candelaria es hilvanar historia y leyenda, es hablar de una tradición de fe que se vive en Guatemala desde hace más de 400 años. Jesús de Candelaria identifica nuestra nacionalidad criolla, nuestra religiosidad popular, nuestra historia, nuestro catolicismo.
Se empieza ya a manifestar preocupación sobre el supuesto retiro de las oficinas de la SAT del edificio del Ministerio de Finanzas Públicas (Minfin) y su traslado a edificios particulares, probablemente hacia las zonas 5 y 11 en la capital de Guatemala.
La elección del Fiscal General y miembros del Consejo del Ministerio Público (MP) ha causado mucha controversia en varios sectores de la sociedad civil y son ellos quienes después de presentar los vetos en contra de los aspirantes apuntan a que el trabajo será ahora de la Comisión de Postulación, pues es quien debe analizarlos.
A la población no sólo le esperan las peregrinaciones de la época, las comidas, procesiones sino también los problemas del tráfico, el calor, la muchedumbre en las calles y balnearios, donde desean aislarse de la vida cotidiana dejando a un lado la rutina del trabajo y estudio, pero inician también las peregrinaciones de las campañas políticas que se instalan en las principales carreteras del país.
¡Alumbra, lumbrE de alumbre, Luzbel de piedralumbre! Como zumbido de oídos persistía el rumor de las campanas a la oración, maldoblestar de la luz en la sombra, de la sombra en la luz. ¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre, sobre la podredumbre! ¡Alumbra, alumbra, lumbre de alumbre…, alumbre…, alumbra…, alumbra, lumbe de alumbre…, alumbra, alumbe…! Los pordioseros se arrastraban por las cocinas del mercado, perdidos en la sombra de la Catedral helada, de paso hacia la Plaza de Armas, a lo largo de calles tan anchas como mares, en la ciudad que se iba quedando atrás íngrima y sola. La noche los reunía al mismo tiempo que las estrellas.