Lightyear
El personaje de Buzz Lightyear en una escena de la cinta animada "Lightyear". Foto La Hora: Disney/Pixar vía AP.

 

«En 1995, Andy recibió un juguete de su película favorita. Esta es esa película».
Así comienza «Lightyear«, una nueva cinta de Pixar que adopta un metaenfoque de la franquicia insignia del estudio de animación. No es exactamente una precuela de «Toy Story», sino que presenta la película que inspiró los juguetes de Buzz Lightyear en primer lugar. Es un poco un proyecto de ingeniería inversa potencialmente inteligente por parte de Walt Disney Co., que, después de décadas de aumentar la comercialización de sus películas, ha cambiado de rumbo.

Honestamente, es un gambito — tomar una película ficticia dentro de una película y hacerla real — que quería ver antes. ¿Quién no ha visto «Seinfeld» y ha sentido curiosidad por ver «Rochelle, Rochelle» o «Sack Lunch»? ¿O esas pseudo películas de Adam Sandler como «Mer-man» en «Funny People» («Hazme reír») de Judd Apatow? He visto las cintas de «Home Alone» («Mi pobre angelito») lo suficiente como para convencerme de que «Angels With Even Filthier Souls» es una verdadera película de mafiosos.

Pero la verdad es que el atractivo de todos estos cameos de películas falsas, como los que adornan «Once Upon a Time in… Hollywood» («Había una vez en Hollywood») de Quentin Tarantino, se basa en su brevedad. Entonces, ¿debería «Lightyear» ser un largometraje o haber sido un corto de Pixar? La respuesta, opino, es lo segundo y en gran medida.

Las películas de «Toy Story», que alguna vez fueron una trilogía casi perfecta, ya se estaban extendiendo hacia el infinito y más allá con «Toy Story 4», una secuela nueve años después que quizás fue impulsada por imperativos de taquilla más que por la necesidad de un cierre narrativo. Pero al mismo tiempo, el personaje de Forky hizo que fuera perdonable.

Personajes de Buzz Lightyear, a la izquierda, y el gato Sox en una escena de la cinta animada «Lightyear». Foto La Hora: Disney/Pixar vía AP.

Qué resulta convincente de «Lightyear» es más difícil de decir, pero da la suave y vaga sensación de que debió estrenarse directamente en video. Sin embargo, «Lightyear» lleva el visto bueno de Pixar. E, irónicamente, es la primera película del estudio en más de dos años que debuta exclusivamente en cines. Durante la pandemia, «Luca», «Soul» y «Turning Red» («Red») se estrenaron en Disney+, a veces, según reportes, contra las objeciones de los propios animadores de Pixar.

Pero «Lightyear», dirigida por el codirector de «Finding Dory» («Buscando a Dory») Angus MacLane (quien hizo algunos de los cortos y especiales de televisión de «Toy Story» que han ampliado la serie de películas), llega a los cines justo cuando los estrenos de verano están alcanzando la estratosfera nuevamente. Por lo tanto, puede ser un poco complicado llamar a «Lightyear», la película infantil más grande que ha aparecido en mucho tiempo, una misión fallida.

Es una película sorprendentemente autónoma — esa introducción inicial es una de las únicas ataduras con «Toy Story» — en la que el Buzz «real» (dibujado más como un humano y con la voz original de Chris Evans en lugar de la de Tim Allen), no la versión de juguete, está abandonado en un planeta distante con su compañera Guardiana Espacial Alisha Hawthorne (Uzo Aduba) y una nave espacial llena de gente. Cada vez que Buzz intenta lanzarse a la velocidad de la luz para obtener ayuda en la Tierra, algo sale mal. Cada prueba le toma un día, pero en el lejano planeta, todos los demás han vivido durante años.

En un santiamén, Alisha (el primer personaje LGBTQ negro en una cinta animada de un estudio importante) se compromete, tiene un bebé, ve a su hijo graduarse y envejece.

Con su marco clásico de ciencia ficción, «Lightyear» toma prestados elementos de «The Twilight Zone» («La dimensión desconocida»), «Star Trek» («Viaje a las estrellas»), «Interstellar» («Interestelar») de Christopher Nolan y otras. Es un poco como si Pixar hubiera hecho una película de ciencia ficción sencilla: una con un afecto evidente por el género, pero con poco del gran esplendor de «WALL-E». Podría decirse que el enfoque poco ortodoxo de «Lightyear» le permite a Pixar salirse de los parámetros habituales de lo que suele hacer el estudio. «Lightyear» no es ambiciosa ni existencial ni es probable que te haga llorar. Es sólo una película insípida, no muy diferente de otras.

«Lightyear» mejora un poco cuando Buzz se une a un equipo heterogéneo que incluye a la nieta de Alisha, Izzy (Keke Palmer), el propenso a accidentes Mo Morrison (Taika Waititi haciendo lo mejor posible por agregar algo de humor vital) y la anciana en libertad condicional Darby Steel (Dale Soules). El compañero más notable de Buzz es, sin embargo, un gato robótico muy inteligente llamado Sox (cuya voz hace el director de «The Good Dinosaur» Peter Sohn), un típico compañero de Disney seguramente diseñado pensando en nuevas oportunidades de lanzar mercancía.

Ese puede ser el único ciclo de vida para «Lightyear», un giro equivocado sin salida en el universo generalmente ilimitado de Pixar. Buzz también es un poco aburrido. Es un personaje que, dado que no es el Buzz que conocemos, debe demostrar su valía como protagonista. Pero con poco para distinguirlo más allá de un mentón que hace que el de Jay Leno se vea pequeño, Buzz, como la película misma, trata de superar la prueba con su nombre conocido. Es suficiente como para preguntarse qué vio Andy en él en primer lugar. Tal vez alguien debió haberle mostrado «Ratatouille».

 

«Lightyear», un estreno de Walt Disney Co., tiene una clasificación PG (que sugiere cierta orientación de los padres) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por escenas de acción y peligro. Duración: 105 minutos. Dos estrellas de cuatro.

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