En esta imagen proporcionada por Paramount Pictures los personajes Ika Chu, con la voz de Ricky Gervais, izquierda, y Ohga, con la voz de George Takei, en una escena de "Paws of Fury: The Legend of Hank". Foto La Hora/ AP

La comedia western de Mel Brooks “Blazing Saddles” (“Sillas de montar calientes”) de 1974 atacaba el racismo de una manera tan frontal que el guionista y director consideró recientemente que no podría hacerla hoy. Quizá, sólo quizá, eso pasó con “Paws of Fury: The Legend of Hank” (“El perro samurái: La Leyenda de Kakamucho”), pero a un costo terrible.

La nueva versión animada y coja de Paramount de hecho desencadena nuevos estereotipos al tratar de exponer el racismo para una audiencia preadolescente. El estudio parece haber buscado legitimidad trayendo al venerado Brooks a este camino accidentado, ensombreciendo ambos legados.

 

El resultado está incómodamente entre el homenaje, la parodia, el hurto y la pereza. “Paws of Fury” sigue el guion original de Brooks justo hasta el momento en que le pegan a un caballo y hay una escena grupal de flatulencias, pero no captura su emocionante vibra que rompe límites.

“Paws of Fury: The Legend of Hank” cambia el viejo oeste estadounidense de la cinta original por el Japón medieval, pero realmente no tiene época específica y esto no es algo bueno. El humor es tímido.

Este es un Japón con árboles de cerezo en flor y origami y también discotecas con secciones VIP y música house. No tiene una locación real. Los animadores mezclan poco las imágenes, lo que le da a la película un aspecto predecible, de ojos grandes y violento.

El guion de Ed Stone y Nate Hopper toma tanto de “Blazing Saddles” que los guionistas originales tienen créditos, incluidos Brooks, Norman Steinberg, Andrew Bergman, Richard Pryor y Alan Uger. Por un tiempo la película incluso se tituló “Blazing Samurai”.

 

En ambas historias se crea un plan maligno para enviar a un oficial novato a un pueblo que instintivamente lo odia, con la esperanza de que la gente del pueblo se disperse. En la película es un hombre negro en un pueblo racista del salvaje oeste. En “Paws of Fury”, un perro en una comunidad de gatos que odian a los perros. Nunca se explica de manera convincente por qué Japón es el escenario natural para esto.

El cachorro Hank, cuya bondad es abusada, tiene la indistinguible voz de Michael Cera. Busca la mentoría de un gato samurái cansado, cuya voz hace Samuel L. Jackson, quien queda perfecto para el papel. Ambos comienzan un estira y afloja tan familiar que Hank voltea a ver a su maestro y le dice: “¡Hey! Este es el montaje de entrenamiento, ¿no?”.

Ese guiño y ruptura de la cuarta pared es un chiste que se repite, pero no está claro para qué. Esta es una película que toma muchos elementos de “Kung Fu Panda” y hace referencias a “Star Wars” — “La ternura es fuerte con él” — y “Jurassic Park”, y a veces parece insensible por su larga gestación con frases como: “Las armas no matan a los gatos. Los autos y la curiosidad matan a los gatos”. Esto suena diferente en el verano de 2022.

Muchos de los chistes, algunos visuales y tradicionales y otros verbales, se sienten viejos. A un perro le pegan en la cara con un sartén asiático, hay “ninjas con actitud” y este chiste se repite dos veces: “En caso de emergencia rompe el papel”.

 

Ricky Gervais es excelente como un gato noble y calculador, George Takei dice su frase clásica “¡Oh, por dios!” dos veces y Brooks le da voz al shogun con frases cortas y rápidas. Otro de los chistes que no funcionan, que involucran un gran retrete, es usado por los cineastas una y otra vez.

Eventualmente, Hank demuestra ser un guerrero y el pueblo de gatos lo adopta como su protector canino. “Regresa al lugar de donde viniste” cambia a ser “todos podemos estar mejor juntos”. Pero aunque esta es una lección importante, el vehículo que se utiliza para darla es pobre.

“Paws of Fury: The Legend of Hank”, un estreno de Paramount, tiene una clasificación PG (que sugiere cierta orientación de los padres) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por escenas de “acción, violencia, rudas, humor sugestivo y algunos diálogos”. Duración: 97 minutos. Una estrella de cuatro.

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